Interludio 2
Escuchamos un ruido muy fuerte en la distancia, tras esto se cortó
la electricidad, antes de que el generador de emergencia se encendiera con
crujidos indescriptibles el techo se desplomó sobre nosotros. Solo atiné a
tirarme al piso junto a mi escritorio, cubrir mi cabeza y rezar. Aquel momento pareció
eterno, la sección del techo que había caído sobre mí se acercaba cada vez
aplastando el escritorio y los cubículos alrededor mientras un sonido como si
una avalancha de arena nos cubriera llenó el lugar...
Cuando todo terminó, solo había polvo y oscuridad. Sentía que el corazón
se me iba a salir, traté de tranquilizarme, pero fue un tanto difícil al darme
cuenta de que estaba en un reducido espacio, el triángulo de la vida me evitó
morir horriblemente. Tosí un poco mientras trataba de alcanzar mi celular, no había
servicio, aunque por el momento eso no me importó, quería encender la linterna
y analizar mis opciones. El espacio era angosto pero se extendía por un buen
trecho por el cual me empecé a arrastrar. No calcule la distancia, bueno si,
pero ese cálculo se fue a la porra cuando vi sangre en mis manos y las mangas
de mi camisa. ¿Estaba herido? Una rápida revisión me confirmó que no, había
pasado sobre un charco de sangre.
Tras un rato llegué al final del recorrido, removiendo escombros
logré salir, estaba en el pasillo que conducía a los casilleros y baños, parte
del techo aún estaba en su lugar, agua corría por todo el piso proveniente de
una tubería en la pared, la que aproveche para lavarme, caminé hacia los
casilleros, el mío estaba aplastado, pero mis pertenencias aún estaban ahí, recogí
la pequeña mochila en la que solía llevar mi almuerzo y proseguí mi camino
hacia la salida.
Escuché un golpe seguido de un forcejeo que terminó con otro
golpe, según me acercaba escuché voces de niños, ahí recordé la guardería,
avancé tan rápido como los escombros me lo permitieron. Una visión que me hizo
olvidar por unos segundos todo lo que estaba pasando apareció frente a mí,
aquella mujer rubia intentaba con una barra forzar la puerta de la guardería.
Me tomo unos segundos asimilar lo que me estaba diciendo, seguía
absorto en la belleza de Lena y en la sensación de alivio que sentía al ver
estaba bien. ¡Ah sí! Los niños, Kamila de seis y Matthew de cuatro quienes pedían
con desesperación a su madre que los sacara de allí.
La puerta era de cierre magnético, aunque no había electricidad se
había quedado atascada, posiblemente la obvia deformación de la pared la
condenó, así que opte por el cristal encima de la misma, pedí a los chicos que
retrocedieran, rompiendo el cristal entre. Consolando a los menores inicié el
proceso de subirles para que su madre les recibiera del otro lado, fue rápido y
simple. Di un vistazo para ver si habían mas niños en la guardería, ya no había
guardería solo una infranqueable pared de escombros y metal retorcido, los
hijos de Lena se habían salvado de milagro.
Al salir de la guardería, Lena y sus hijos se habían enfrascado en
un abrazo grupal del que aún no salían, adornados con lágrimas y caricias.
-No se preocupen vamos a estar bien, no sé qué paso, pero vamos a
estar bien.
-¿Y papi? ¿Él está bien? Preguntó Kamila.
-Los teléfonos no funcionan, pero de seguro que está bien, hoy
estaba libre así que debe estar en la casa.
-Tengo hambre, intervino Mathew
Me acerqué al pequeño y le alcancé un sándwich.
-Listo y servido.
El niño se le ilumino el rostro y tendiendo sus manitas recibió gustoso
mi ofrecimiento, por lo que nos sentamos cerca de la entrada de la compañía.
-Gracias Hansel, honestamente mi mente estaba bloqueada, solo quería
sacar mis hijos de ahí a lo bestia.
-De nada, sabes que si está a mi alcance conmigo no hay problema.
-¿Alguna idea de que paso?
-No sé, esperaba que tú me dijeras algo, cuando te vi apenas acaba
de salir de producción.
-¿Alguien mas…
-Eres la primera persona que veo.
-Ya me preparaba para irme, vine a buscar a los niños y bum, vi una
nube de polvo venir desde afuera con tanta fuerza que me azotó contra la pared
y quedé inconsciente, los gritos de los niños me despertaron.
-Deberíamos buscar ayuda.
-Definitivamente.
Cuando Matthew hubo terminado de comer salimos a la avenida solo
para enfrentar una realidad perturbadora. La ciudad estaba completamente
destruida, solo se podían ver escombros, escombros hasta donde alcanzaba la
vista, un polvo gris caía en grumos, por su acumulación debía tener un buen
tiempo haciéndolo. No habían calles por las cuales transitar así que subí a una
montaña de estos escombros para tratar de orientarnos, era un como un páramo
desolado de suelo irregular, si no fuera porque se veían los restos de uno de
los puentes no habría como saber hacia dónde ir.
-El puente Panamericano está destruido, pero si el puente esta
hacia nuestra derecha, significa que al frente tenemos el norte y detrás el
sur.
-Mi casa está en la parte norte así que debería ir de frente todo
el tiempo.
-Creo que primero deberíamos buscar ayuda, alguien que nos de información
de que está pasando y a donde es mejor ir, sé que quieres ir a tu casa y saber
si tu esposo está bien, por igual yo quiero saber que ha sido de mis padres,
pero en este momento la prioridad debe estar en nuestros pequeños colegas y lo
que sea mejor para ellos.- Dije mientras señalaba con discreción a los
pequeños.
Lena contempló en silencio la expresión de sus hijos mientras
estos miraban alrededor tratando en sus pequeñas cabecitas de entender lo que sucedía.
-Tienes razón. Demos una vuelta alrededor y veamos que
encontramos.
Caminamos a paso lento sobre los restos, todo estaba increíblemente
silencioso, se podía escuchar el crepitar de las llamas en la distancia,
nuestros pasos y conversaciones era lo más ruidoso en kilómetros a la redonda.
No sabias que hora era, por alguna razón los relojes en nuestro celulares no tenían
la misma hora. Era de noche, creo y la única iluminación que había era un tenue
resplandor en las nubes, como si las luces de una ciudad iluminaran un cielo
nublado a baja altura, pero no había tal ciudad, aquellas cenizas seguían cayendo.
Una hora y media después de dar vueltas no encontramos a nadie, no
había policías, ni bomberos, ni paramédicos, la única ambulancia que vimos
estaba destruida, no se escuchan sirenas, ni helicópteros. De hecho no había
ni siquiera cadáveres, algo que deberíamos esperar ver en una situación así.
Los niños ya estaban cansados así que nos detuvimos. Lena trataba de darles ánimos
a sus pequeños, mientras yo trataba de disimular la forma en que la miraba.
Desde que la conocí en el trabajo llamó poderosamente mi atención,
de hecho ella fue mi “madrina” como decíamos en el trabajo, la persona que te
hace la inducción en la empresa y te acompaña durante el primer mes para
enseñarte el trabajo, los procedimientos, los sistemas, etc. No solo era
hermosa, sino inteligente, positivista y empática. Podía ser elegante y
recatada y al instante siguiente cambiar la llanta de su auto sin partirse una
uña. La vi en ocasiones resolver ella misma situaciones con su computadora o
reparar su silla. Era la como una especie de ángel guardián en la oficina y
siempre estaba al pendiente de las distintas situaciones de sus compañeros en
busca de que todos se sintieran bien, no sé, simplemente era así.
-Hey. ¿Todo bien? Preguntó interrumpiendo mis pensamientos. ¿Ven a
que me refiero?
-Sí, sí, estaba pensando lejos.
-No te vayas, te necesito aquí conmigo.
-¿Porque tenía que usar precisamente esas palabras?- Pensé
-Creo que iré a mi casa, aquí no vamos a lograr nada y tengo que
saber si me esposo está bien.
-Si empiezo a creer que somos los únicos aquí, quizás todo el
mundo ya fue evacuado.
-Si...
Hubo un momento de incomodo silencio, era como si no se quisiera
despedir o no supiera como hacerlo.
-Si... Si quieres puedo acompañarte, así te puedo ayudar con los
niños y no estarás sola.
-Vamos, como crees...
De nuevo otro silencio.
-Bueno, en verdad, agradecería tu compañía.- Dijo con cierta
timidez
Otra vez ella hizo que se me olvidara todo lo que había pasado, en
medio de toda esta destrucción, el sucio de las cenizas, sudor y cansancio, su
belleza era aún más evidente.
-No se diga mas.- dije con voz fingida y me dirigí a los niños.
-Muy bien soldados, andando, tenemos una misión importante que
cumplir.-Seguí con la voz fingida.
-Debemos llegar a su casa antes de que se ponga el sol.
-Pero si ya está oscuro.-intervino Kamila
-Entonces eso significa que estamos tarde y debemos apresurarnos.
El ánimo de los niños cambio mientras tomándolos de las manos los
levanté.
-¡Ahora marchemos! Dije mientras que con torpes pasos marchamos
sobre los escombros. Lena solo proyectaba aprobación en su rostro adornado con
una sonrisa.
Era un recorrido difícil, no siempre se podía avanzar en línea
recta y el camino era más bien un trayecto de subidas y bajadas, eventualmente
los niños se volvieron a cansar, por lo que terminamos cargándolos. Subí a
Kamila sobre mis espaldas, ella rodeó con cuidado mi cuello y recostando su
cabeza sobre mi hombro, musito: "gracias" un gesto que me conmovió.
El camino fue largo, al igual que nuestras conversaciones,
trabajo, familia, niños, casa, autos, estudios, economía, política, memes,
tecnología, video juegos. Cielos podíamos hablar de todo sin siquiera titubear,
nos reímos, nos aconsejamos, nos apoyamos, nos consolamos, nos acercamos.
Cuando parecía que el camino no podía ser más difícil ante
nosotros se presentó una grieta gigantesca, debía de haber entre 60 y 80 metros
hasta el otro lado y se extendía hasta el rio por un lado y hasta sabe Dios
donde del otro. Analizamos por un rato la situación, hasta que notamos algo, a
cierta distancia un torre eléctrica había caído formando un improvisado puente,
decidimos ir a explorar. Efectivamente podíamos utilizarla para cruzar, pero
nos preocupaba que los niños no pudieran hacerlo. Me adelante y subí a la
estructura avanzando un poco sobre la misma para constar la estabilidad y la
facilidad con la que se podría cruzar, a mi regreso concluimos que nuestra única
opción era subir los niños de nuevo a nuestras espaldas, atarlos a nosotros y
rezar para que todo saliera bien.
Una vez más tomé la delantera, Lena me seguía de cerca, al
llegar a la mitad la estructura era más inestable, voltee a ver a Lena, la determinación
en sus ojos era evidente, así que seguimos, había descubierto que también me
gustaba su valentía.
Cuando estábamos casi llegando al otro lado la estructura empezó a
resbalarse del lado de donde veníamos, la tierra debajo de esta se estaba desmoronando,
nos miramos, sabíamos que no había tiempo para llegar, así que tan rápido como
pudimos desatamos a los niños, luego los atamos a una de las vigas, ellos solo
lloraban y protestaban, Matthew no entendía solo estaba asustando, pero Kamila sabía
que si nosotros no nos amarrábamos también caeríamos.
-¡Mami no te caigas, mami no te caigas!
-No corazón no me voy a caer, todos vamos a estar bien. Repondría
mientras apretaba los nudos con lágrimas en los ojos.
La estructura empezó a deslizarse primero con lentitud, luego
acelerando progresivamente, Lena y yo nos pusimos a ambos lados de los niños y
los abrazamos mientras rodeábamos la viga con nuestras piernas. La mire
fijamente a los ojos, pensando que esa podría ser la última vez que la vería,
pensando que ya no me importaba que fuera evidente lo que sentía por ella, la
estructura seguía cayendo, su pelo se balanceaba como si estuviera debajo del
agua, ella tampoco dejó de mirarme hasta que la estructura se agitó con furia, cerré
los ojos por una fracción de segundo y cuando los volví a abrir, solo alcancé a
ver una mano blanca pasar junto a mí, el instinto me enfocó en atrapar esa mano
con todas mis fuerzas. Los niños lloraban en medio del silencio que el
metal retorcido había dejado tras sí, quedamos colgados apoyados en mis piernas
mientras extendía mi otra mano hacia Lena. Después de un rato de maniobras
logramos ponernos a salvo, Lena desató los niños, los abrazó y besó con
frenetismo consolando una vez más su llanto.
A pesar del movimiento de la torre, aun podíamos seguir y salir de
aquella grieta, cuando nos vimos ya sobre tierra firme, los cuatro nos tiramos
boca arriba, sintiendo todos los efectos del exceso de adrenalina en nuestros
cuerpos. Veía hacia el cielo, aquellas nubes con su efecto luminiscente, revolviéndose
extrañamente. Las cenizas ya había dejado de caer. De pronto la carita de
Mathew se interpuso en mi campo de visión.
-¿Estas bien?
Titubee por un momento.
-Sí, estoy bien.
-Pero estas temblando.
Levante mis manos, efectivamente estaban temblando, podía ser
miedo u otro de los efectos de la adrenalina.
-Parece que tengo frio. Dije torpemente.
-Tiene que ser frio porque no creo que él tenga miedo, fue muy
valiente cuando estábamos allá abajo.- Intervino Kamila.
-¡Sí! Eres hasta más valiente que papi. Dijo Mathew con una
risotada.
-No digas eso volvió a intervenir su hermana.
-Hay sí. ¿Tú le tienes miedo a las cucarachas? Me preguntó
-No.
-¿Ni a las voladoras?
-¿Sabes lo que le paso a la última cucaracha que voló hacia mí? le
di un puñetazo tan fuerte que nunca más se levantó.
-¿Tu vez que él es más valiente? Porque mami es la que tiene que
matar las cucarachas en la casa porque a él le dan miedo.-Resopló Mathew
mientras gesticulaba con las manos frente a mí.
Nos reímos, voltee hacia Lena quien aún tirada junto a mí se reía
de las ocurrencias de sus hijos. Nuestras miradas se cruzaron una vez más.
Nos incorporamos para seguir nuestro camino, Kamila extendió sus
brazos hacia mi dándome las gracias por haber salvado a su mamá, me agache para
aceptar su abrazo y al incorporarme Lena también me abrazó, para agradecerme
por ayudarla y mientras lo hacía susurro a mi oído.
-Si me llegara a pasar algo y al llegar a la casa, Frank no está o
está muerto, por favor prométeme que cuidaras de mis hijos.
Correspondiéndole el abrazo le respondí.
-Como si fueran míos.
Estoy casi seguro de que ella sintió como mi corazón se quería
salir de mi pecho mientras la abrazaba, mientras el calor de su cuerpo me hacía
volver a sentir que estaba vivo. Pero solo fue cosa de segundos, ella me alejó
recuperando la compostura.
Continuamos el trayecto hasta las cercanías del zoológico, el cual
usamos para cortar camino, al entrar empecé a dudar de que hubiera sido buena
idea, todas las jaulas estaban vacías al igual que las exhibiciones abiertas,
por la mente me cruzó la lista de todos los animales peligrosos que podrían
andar sueltos por ahí, teníamos que acelerar el paso.
No encontramos ningún animal merodeando por el lugar, tampoco habían
personas, estábamos logrando nuestro propósito sin mayores obstáculos, en un
momento noté que las cenizas en el suelo se movían empujadas por un viento que venía
de frente, viento que no sentía, miré el cabello de Lena, no se estaba
moviendo, traté de visualizar lo que había a la distancia en medio de la
penumbra, era la salida que utilizaríamos para abandonar este lugar, por alguna
razón me pareció que aquel lugar era más oscuro que todo lo demás al rededor,
el movimiento de la ceniza en nuestros pies se detuvo, mi vista se quedó fija
en aquel punto.
-¿Qué pasa?
-No sé decir que pero algo está mal.
-Sí, toda la ciudad es una ruina.
-No, me refiero a eso, algo aquí en este lugar no está bien.
¿Matt, quieres subirte a mi espalda otra vez?
El niño acepto gustoso la oferta. Mientras lo subía seguía viendo
aquel lugar, un temor inexplicable comenzó a circular mi espalda, a adueñarse
de mi estómago y electrizar mi piel.
-Vamos por la derecha, despacio, no miren hacia la salida, hagan
como si nada estuviera pasando.
Avanzamos a paso acelerado, las cenizas volvieron a moverse esta
vez desde atrás, Lena se percató de esto al verme analizar el suelo.
-¿Que sucede?
-Te dije, no sé, pero tenemos que salir de aquí.
El movimiento de las cenizas se detuvo.
-¡Corran!-grité
No supe cómo, pero de alguna manera sabía que había algo allí que
nos estaba persiguiendo, no se escuchaban pasos, ni gruñidos, ningún sonido
identificable, yo solo seguía insistiendo en que no dejaran de correr y que no
miraran hacia atrás. Llegamos a una pared, subí a Matthew y luego a Kamila,
entonces ayudé a Lena la que al subir me extendió una mano para ayudarme, acto
seguido bajamos a los niños y saltamos, al caer pudimos sentir un golpe
tremendo del otro lado de aquel muro, como si algo grande como un camión lo
hubiera embestido. No nos quedamos a averiguar que era y nos dimos a la fuga
corriendo hasta que los escombros nos obligaron a reducir la velocidad.
Sea lo que fuere ya no nos seguía, aquella incomoda sensación ya había
desaparecido, tras unas cuantas pilas de escombros llegamos a un área donde los
daños eran menores, las calles estaban más o menos despejadas, ya los edificios
habían quedado atrás, solo habían casas, muchas totalmente destruidas, otras
aun en pies, pero sin señales de habitantes, de hecho tocamos algunas puertas y
entramos a otras en busca de información, nada, era como si todos se hubieran
esfumado, parecía un pueblo fantasma.
-Hansel de nuevo gracias por todo lo que has hecho por nosotros,
en verdad no sé si hubiera podido llegar aquí sin tu ayuda.
-No tienes nada que agradecer, para mí ha sido un placer
ayudarlos.
-¿Y que harás ahora? Bueno sé que iras a casa de tus padres pero
el puente está destruido.
-Tendré que usar la ruta larga, veré si el puente Centenario aun
esta en pies, de no ser así posiblemente construya una balsa para cruzar el
rio.
-¿En serio? ¿Una balsa?
-Sí, suena loco pero si lo piensas a falta de puentes no veo de
otra, además el rio no es caudaloso debería poder cruzar sin problemas, además
soy buen nadador.
-¡No lo dudo!
-Sabes, no sé cuándo nos volveremos a ver después de esto, pero
por si acaso esa ocasión nunca llegare quisiera...
-¡Mami llegamos, llegamos! gritaron a una los niños mientras corrían
hacia la casa que se encontraba intacta
Los niños llegaron a la puerta y empezaron tocarla con frenetismo
llamando a su padre, toda la atención se dirigió a esa puerta. Los niños aclamaban
la presencia de su padre, me atrevería a decir que la respiración de Lena se
detuvo aquel instante. Y yo, en lo más profundo de mi corazón, suplicaba que
aquella puerta nunca se abriera. Que por algún tipo de providencia divina o mágica
esa puerta no se abriera jamás.
Los niños se cansaron de golpear y llamar, pero la puerta no se
abrió, los infantes retrocedieron un poco mirando aun con esperanzas aquella
puerta, sus rostros se nublaron de tristeza, al ver que la puerta no se abrió.
Mientras que en mi habían sentimientos encontrados. Lena se acercó a sus hijos
y mientras trataba de darles animo con un crujido tenebroso aquella puerta se abrió
lentamente, los rostros de los niños brillaron como el sol mientras aquel hombre
barbudo apareció cojeando por el umbral Lena se quedó petrificada, mientras
aquel hombre casi llorando de alegría abrazaba a sus vástagos, luego poniéndose
en pies recibió en sus brazos a su amada, la familia estaba completa una vez más.
Pasaron un par minutos de abrazos, besos, llantos y risas, los cuales yo contemple
en silencio, con las manos en los bolsillos, debatiéndome en mi interior con la
malgama de emociones que pugnaban por manifestarse.
Entonces solo di unos pasos hacia atrás, me di vuelta y me alejé
en silencio, las cenizas habían empezado a caer otra vez, di la vuelta en la
esquina y escuché las voces de los niños llamarme en la distancia, quería
volver, pero no lo hice, no quería exponerme a una incómoda situación que solo
me haría sentir peor de como ya me sentía, mi consuelo era que ella y los niños
habían vuelto a casa y fuera lo que fuera que nos deparar el futuro, lo enfrentarían
juntos como familia.
Caminé por un tiempo que no calculé, minutos, horas, días, quien
sabe. Me senté sobre un auto a pensar que sería lo próximo que haría, no tenía
ningunos padres que ir a ver, ellos habían fallecido hace un tiempo, todo lo
que hice y dije lo hice para estar cerca de ella, que me notara, que supiera
que estaba allí, que...
Me quedé en ese lugar, mientras las cenizas me cubrían, mientras
me volvía uno con la destrucción, mientras desaparecía…
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