Neuromimetico









Después de haber conducido un par de esquinas las luces del auto se apagaron inesperadamente, pero ya había llegado, estacioné en un callejón, revisé mi arma de reglamento y la de no reglamento, me cubrí con la gabardina y salí a la lluvia, era una lluvia copiosa, necia, como si quisiera matarme con cada gota que me golpeaba, entré por la puerta de servicio, subí las escaleras, ya en el segundo piso, empecé a escuchar los gritos, venían de la quinta planta. Subí hasta el apartamento en cuestión, me acerqué lentamente a la puerta.

-¡Policía de san Nicolás, abra la puerta!

No hubo respuesta, solo más gritos y sonidos guturales. Disparé a la cerradura, con una patada entré al lugar, el desorden reinaba en aquella oscura sala, me moví con cautela hacia el pasillo, los gritos y alaridos venían de una habitación.

-¡Policía de San Nicolás!- Me anuncié una vez más sin respuesta.

Empujé lentamente la puerta entre abierta, la habitación estaba llena de símbolos extraños, pobremente iluminados solo por una lámpara rota en el suelo, el colchón sobre la cama estaba destruido formando entre relleno y sabanas una especie de nido, aún analizaba esto cuando una persona cayó desde el techo en cuatro patas sobre aquel lecho, se agazapó como un gato, estaba llena de moretones y arañazos enfundada en una pijama desgarrada, me estudió por unos segundos, luego empezó a avanzar hacia mí como si fuera un animal.

-¡Deténgase! Grité, pero fui ignorado.

Al acercarse noté que sus facciones estaban exageradas, sus ojos parecían estar inyectados de sangre, ya a casi un metro de mí se puso en pies y extendió una mano.

-Ayúdame, por favor. Musitó mientras las expresiones de su rostro se suavizaban.

Luego, gritó con frenetismo, mientras se agarraba la cabeza.

-¡No la toques, no la toques! Gritaba histérica mientras retrocedía.

Cayó sobre lo que quedaba de la cama mientras convulsionaba, sus gritos eran como una mezcla bizarra de distintas voces y alaridos de animales al tiempo que se arrancaba grandes mechones de cabello, dio un gran salto golpeándose con el techo para luego caer frente a mí, volvió a ponerse en pies ahora con una actitud sexy.

-¿No me vas a ayudar? Preguntó con voz suave extendiendo su mano.

-Escuche señorita necesito que se calme, arrodíllese y ponga las manos sobre su cabeza. Grité con autoridad tratando de no perder la compostura al no poder dar crédito a lo que veía.

-¿Así oficial? Dijo la mujer mientras tarareaba una melodía.

Saqué las esposas, pero tan solo hice el gesto de acercarme cayó de bruces, empezó a gritar otra vez golpeándose contra el suelo, saltando se puso en pies volvió a clavar su mirada en mí, su rostro se agitaba y cambia entre distintas facciones mientras un aterrador coro de voces distorsionadas emitía lo que parecían ser palabras entrecortadas por diversos gruñidos.

De pronto se quedó tranquila y su rostro volvió a la normalidad, se acercó a mí y trató de arrebatarme el arma, lo que evite, se llevó una mano al rostro, haciendo un puño lo apretó contra su frente, como si quisiera meterse los dedos dentro de la cabeza. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras empezaba a distorsionarse otra vez, miró hacia una ventana y antes de que pudiera hacer algo el sonido de los cristales abrió un paréntesis en el crepitar de la lluvia, corrí hacia el marco reconociendo de inmediato el sonido de un cuerpo estrellarse contra el pavimento.

Al regresar a la calle me acerqué para confirmar su estado, ilumine su rostro y no observe ninguna reacción en sus pupilas, sus ojos ya habían adquirido ese aspecto de "ojos muertos" ese algo aterrador de una mirada sin vida que había aprendido a reconocer a simple vista después de años investigando homicidios, estaba allí una vez más frente a mí, solo podía recordar su extraña petición de ayuda la cual no pude darle. Aquel cuerpo deformado por las evidentes fracturas convulsionó. Escuche las sirenas de algunas patrullas acercarse, voltee hacia el edificio, solo por un segundo y al volver la vista hacia el cuerpo tenía un brazo extendido hacia mí. Mi corazón saltó e instintivamente apunté con mi arma.

Muy levemente repetía una frase en un idioma desconocido, saque mi teléfono para tratar de grabar lo que decía, la primera de las patrullas dio la vuelta en la esquina y al instante aquel brazo se desplomó. Apuré a mostrar mi placa.

-Si ya sabemos que eres tú. Dijo el detective Malcony bajándose de la patrulla.

-Es solo precaución, no quiero que me disparen al verme junto a un cadáver a media noche en un solitario callejón oscuro. Apunté

-¿Que tenemos aquí?

-Saltó del quinto piso, otro posible caso de abuso de CDX.

-Malditos químicos.

-Si, como si la vida ya no apestara lo suficiente, sin embargo te diré que este caso fue muy particular, esa mujer estaba, no sé, más rara de lo que hubiera visto antes, su rostro, como hablaba, sus movimientos, era súper raro.

-Posiblemente están tratando de alterar la formular, ya sabes, usando otros componentes y viendo como el público los recibe, ya tendrás tiempo de comentarlo en tu informe.

-Te dejo, se supone que debería estar durmiendo a estas horas.

Subí a mi auto, no fue hasta entonces cuando noté que la lluvia había parado, al encenderlo accioné las luces, las que tras parpadear por unos instantes volvieron a funcionar. Mientras conducía empecé a grabar todos los detalles de lo sucedido en mi teléfono para así poder llenar mi reporte al día siguiente, honestamente la grabación estuvo demás, aquella experiencia se había pegado a mi cabeza con aterradores detalles. Se me hizo difícil dormirme y cuando lo conseguí tuve un sueño más extraño que un comercial de perfume francés dirigido por Salvador Dalí. Algo totalmente psicodélico.

Al día siguiente llegué a la estación, llené mi informe y salí a continuar con una investigación sobre tráfico de armas en la que tenía varias semanas trabajando. Tomé la autopista con intención de llegar a los muelles, el impase del divorcio sacudía por momentos mi cabeza, el consejero matrimonial al que fuimos nos dijo que al divorciarte pierdes algo de lo que eres como persona, algo de ti se va con la separación, en su momento me burlé pero ahora empezaba a darle crédito, no era por mis hijos, obvio que no quería alejarme de ellos, tenía más que ver con lo que Carmen y yo habíamos construido, era como si hubiéramos creado un mundo, un mundo maravilloso el cual se fue arruinando por los pleitos y diferencias, un mundo el cual destruimos con el divorcio, ahora solo había un gran vacío que no sabía explicar, yo que con ironía me burlaba de ella celebrando nuestra separación, ahora sentía como si alguien muy querido hubiera muerto.

Al llegar a los muelles me sorprendió la escena de un accidente, había un par de ambulancias y varias patrullas, me acerqué a los oficiales para que me pusieran al tanto.

-Un novato operando una de las grúas provocó una reacción en cadena en la que varios de los empleados resultaron heridos, hay un fallecido.

-¿Y el operador de la grúa?

-Por allá, pero creo que primero debería conversar con la señora Grettel Harnaud, es la encargada de recursos humanos aquí.

-Debe ser por las preguntas que he estado haciendo últimamente.


-No creo, tan pronto sucedió el accidente ella apreció y de inmediato preguntó por el Detective Martínez.

-Bien. ¿Dónde está?

Me dirigí a las oficinas desde donde me condujeron al despacho de la señora en cuestión.

-Detective Martínez, me dijeron que quería verme.

-¿Cómo estas Arthur? Por favor siéntate. Saludó la mujer con demasiada familiaridad.

-Se tomó la molestia de averiguar mi nombre.

-Digamos que tú nombre es muy conocido en los medios en los que me muevo.

-No sé si sentirme alagado o preocupado.

-Eso dependerá de usted. Se supone que es un detective de homicidios, pero investiga narcotráfico, robos y hasta crímenes electrónicos, percibo en usted una persona que tiene una gran sed de justicia o es curioso en exceso.

¿Estará buscando algo que aún no sabe qué es?

-El letrero en su puerta dice que es encargada de recursos humanos, pero también parece que es psicóloga, Dígame Grettel ¿En qué le puedo ayudar?

-De hecho soy psicóloga pero eso es irrelevante, el asunto es que necesito tu ayuda Arthur.

-Usted dirá.

-Mi hija está en peligro y solo usted puede ayudarla.

-Explíquese.

-Alguien...quiere secuestrarla.

-¿Cómo esta tan segura?

-Conozco a quien...a quienes quieren secuestrarla.

-¿Por qué no va directamente a la policía, al buró de investigaciones o contrata seguridad privada?

-La situación es más complicada de lo que pudiera parecer, mientras más personas sepan esto el riesgo será mayor

En esto el celular vibró con un mensaje desde la estación. Lo contemple en silencio por unos segundos antes de continuar.

-Debo irme, surgió una situación.

-¿Entonces que va a hacer con mi solicitud detective?

-Ya le dije, no puedo hacerme cargo de situaciones particulares. Y sin más me puse en pies.

-Si lo que necesita es un incentivo hay una cantidad de siete dígitos como compensación por su colaboración.

-¿Trata de comprarme? No tengo tiempo para esto, ahora con su permiso debo ir a la universidad hay una...

-¿Situación de rehenes? intervino la señora con fría certeza.

Me quedé tieso por unos instantes pensando en que decir o hacer, ella solo se dio la vuela y de su escritorio tomo la fotografía de una chica.

-Esta es mi Samantha, estudia comunicación social en esa universidad, confío en que pueda ayudarla.

Sintiendo ahora cierto peso de responsabilidad tomé la fotografía junto con una tarjeta de presentación, acto seguido el teléfono en la oficina timbro, Grettel lo levanto y pronunció lo que parecía ser una respuesta anticipada a una pregunta que venía en camino. Salí del lugar y me dirigí hacia la alta casa de estudios. Al llegar me encontré con los agentes del equipo especial, todos los detectives del departamento mi jefe y un montón de operativos más.

El capitán Bernard se acercó a mi presuroso, sacándome a parte me puso al tanto.

-Tenías razón Martínez.

-¿Con?

-Las armas que dijiste que habían llegando por el muelle, los tipos que mantienen a los rehenes están usando esas mismas armas.

-Saber que tenía razón me hace sentir orgulloso y espero que usted también lo esté.

-Esta gente se porta de manera extraña, retiene a unas cuarenta personas entre estudiantes y maestros, pero hasta ahora no han hecho ninguna petición, primero se escucharon gritos, luego risas como si les estuvieran haciendo cosquillas a los rehenes y ahora solo silencio, se nos ha pedido que organicemos cinco equipos para acordonar posibles rutas de escape cuando los Swats hagan lo suyo y te quiero al frente de uno de estos así que prepárate.

-¿Yo?

-Si, eres uno de los más indicados para esto.

-No creo que a ellos les agrade saber que estoy en este asunto.

-Yo confío en ti y ellos no tienen por qué saberlo.

Volví a mi auto con dudas en mi cabeza, el capitán confiaba en mi para esto, pero yo no estaba seguro si confiaba en mí mismo, malditos fantasmas del pasado, mientras me colocaba el chaleco, mi mente se llenaba de pensamientos que chocaban entre sí. Tenía la capacidad para arruinarlo todo o salvar la situación.

Me acerqué a la línea de vigilancia llevando media máscara, el capitán empezó a distribuir los policías en distintos equipos y entonces, como si una voz interior me hubiera dicho; "voltea" A la distancia vi una chica muy parecida a la de la foto, traté de ignorarla pero la petición de la mujer seguía repitiéndose en mi cabeza. Pidiendo un momento al capitán me dirigí a la joven.

-Samantha soy el detective Martínez del departamento de policía, necesito que vengas conmigo. Dije mientras me quitaba la máscara.

-¿Y porque debería hacer eso?

-Tenemos razones para pensar que estas en peligro.

-Claro, todos estamos en peligro por eso estamos saliendo de la universidad.

-No es solo eso... Tu madre me pidió que te protegiera.

-Esa es una broma de mal gusto.

-Es en serio, mira incluso me dio tu foto.

Mostré la foto a la chica, está detuvo su andar, la observó con dudas.

-¿De dónde sacaste esa foto? Dijo tomándola de mi mano.

-Ella me la dio, incluso escribió tu nombre detrás y me dio su tarjeta. Respondí mientras se la pasaba.

-Esta es la letra de mi mamá, pero no se quién es esta señora Harnaud.

-Dijo que es tu madre.

-Detective, mi mamá murió hace nueve años, no sé cómo consiguió esta foto pero definitivamente esta es una broma de muy mal gusto, así que con su permiso me voy.

Quedé como un tonto, tomé mi teléfono y marqué el número en la tarjeta.

-Bien señora ¿Grettel? Si es que acaso ese es su verdadero nombre.

-Detective ¿Encontró a mi hija?

-Encontré a la chica de la foto, pero dígame: ¿Porque ella asegura que usted no es su madre?

-Llamémoslo problemas familiares, por favor detective, necesito que no se separe de ella, está en un peligro más grande de lo que puede imaginar, ahora si me disculpa tengo asuntos que atender...

-¿Asuntos más importantes que su propia hija?

-Créame, tiene mucho que ver con su bienestar, por favor, espere mi llamada.

Sin más terminó la conversación.

Veía a la chica alejarse, mientras mi cabeza se debatía entre volver con mi unidad o seguirla. ¿Qué rayos estaba haciendo? Volví a ver hacia la chica, notando a un individuo que parecía seguirla discretamente, avance hacia él, entonces note un segundo individuo recargado contra una pared que no le quitaba la vista de encima, esto hizo acelerar mi paso, un tercero apareció, este caminaba rápidamente a solo metros de ella, tomé la pistola del cinturón y cebándola empecé a correr hacia ella.

-¡Samantha, Samantha, espera!

La chica al ver que se trataba de mi siguió su camino.

-¡Samantha por favor tienes que detenerte!

Otro hombre se interpuso entre la chica y yo, sacó una pistola desde su mochila y empezó a disparar al aire, la multitud de estudiantes empezó a correr formando un gran caos, el hombre también se dio a la fuga, al parecer su intención era la de crear confusión, una confusión en la que un tipo atacando desde atrás trató de quitarme el arma, con un par de golpes lo reduje sin problemas, luego otro trato de hacer lo mismo y luego otro más, me golpeaban y tan pronto derribaba a uno otro saltaba sobre mí, en medio de estas cortas peleas perdí de vista a Samantha, de repente los ataques cesaron, me volví hacia el ultimo que me había atacado, apuntándole a la cara traté de sacarle información.

-¿Quiénes son y que quieren con esa chica?

-No se qué me habla.

-La chica. ¿Por qué quieren secuestrarla?

-¿Chica?.

-Okey, entonces ¿Por qué me atacaste?

-No lo sé

-¿Como que no lo sabes?

-No lo sé, simplemente sentí que debía hacerlo, usted estaba atacando a otros estudiantes y yo...

Al mirar alrededor, todos esos a los que había derribado, note que eran estudiantes y en sus rostros había confusión mientras me observaban. Otra vez me sentía como un tonto. No perdí mucho tiempo en eso y me dispuse a alcanzar la chica, pero la había perdido.

-Señora perdí a la chica de vista.

-Detective Martínez. ¿Cómo un hombre de su capacidad puede fallar en algo tan simple? Esta con unas amigas en el centro comercial del Coral a dos calles de allí, por favor encuéntrela y no se separe de ella.

Sin más volvió a cerrar la llamada, cuando regresé donde el capitán ya tenían la situación controlada, los secuestradores simplemente se entregaron sin hacer ninguna demanda en particular, lo que me hizo darle peso a la idea de que todo había sido una enorme distracción para lograr secuestrar a la chica, así que tenía que averiguar quién era ella realmente, tal vez quieran llegar a alguien más a través de ella. Mientras manejaba hacia la plaza pedí a una colega en la estación que investigara la familia de la jovencita y a la misteriosa señora Grettel.

Despojado de mis pertrechos subí al ascensor, al llegar al quinto piso, lugar acogedor lleno de entretenimientos y comida me fue fácil identificar a Samantha, su afro compuesto de rizos rubios era identificable a buena distancia, como había advertido la señora Grettel estaba con sus amigas.

-Buenas tardes jóvenes, detective Martínez, policía de San Nicolás- Dije mostrando mi placa.

-¿Usted otra vez?- resopló disgustada la chica.

-¿¡Un policía!? No sabía que te gustaban los hombre de uniforme.- Dijo con picardía una de sus amigas.

-No juegues, este...señor me ha estado siguiendo desde que salimos de la universidad, jugándome una broma que en verdad no me parece graciosa, ni siquiera sé si es un policía de verdad.

-Llamen a la policía, distrito 18-9 y pregunten por mí, ellos corroborarán cualquier información que necesiten, de hecho hacia allá vamos ahora, Samantha recoge tus cosas, vienes conmigo a la estación.

-¡No! ¡Usted está loco!, aléjese o llamo a seguridad.

-Me gustaría ver que podría hacer la seguridad de un centro comercial contra un detective de homicidios, por favor, no lo hagas más difícil, vas a venir conmigo por las buenas o tendré que esposarte y sacarte de aquí como una criminal.

-¡Voy a llamar a mi padre!

-Buena idea, dile que nos vemos en la estación, necesito hablar con el.

La chica quedó desarmada de argumentos

-Por favor, créeme que es por tú propia seguridad.

-Bien, pero mis amigas vienen conmigo, no sé qué clase de pervertido pueda ser usted.

-Como quieras pero tenemos que irnos ya.

Las tres chicas subieron a mi auto visiblemente inquietas.

-Dejame explicarte, tu...la señora Grettel quien dice ser tu madre pero tú dices que no lo es.

-Y no lo es, por favor deje de jugar que no eso, mi madre está muerta, tenga algo de respeto.

-Ya okey, esta señora me pidió que te buscara porque estás en peligro. ¿Y con que me encuentro al llegar a la universidad? Situación de secuestro.

-Si por eso nos fuimos.

-¿Sabes que después de que te fuiste, los secuestradores liberaron a los rehenes y se entregaron sin hacer ninguna demanda?

-Extraño.

-No si piensas que eso fue solo una distracción para que nadie notara cuando tú fueras secuestrada, tal vez no lo viste, pero había personas siguiéndote a la salida del lugar.

-Pero... ¿Por qué? No veo ninguna razón para que alguien me secuestre, no soy nadie especial.

-Bueno Sam, sabes que si lo eres.- Intervino la otra chica

-Bien, soy muy inteligente ¿Ya? pero eso no es razón para secuestrar a alguien.

-Tal vez sea por tu padre, un tío, algún familiar que trabaja en alguna posición de importancia.

-No que yo sepa, mi papá trabaja en el negocio de los bienes raíces, vivimos bien pero no somos multimillonarios como para que alguien quiera pedir una recompensa o algo así.

-¿Algún pariente que trabaje en el gobierno?

-Bueno, no localmente, mi tío Abraham es embajador en un Namibia, es un lugar pobre y aburrido, lejos de cualquier conflicto y se la pasa atendiendo temas de ayuda social.

-Pudiera ser, tal vez hace algo más que ayudar gente por allá, ya veremos.

Llegamos a la estación, pedí a las chicas que se quedaran en la sala de espera y llevé a Samantha a mi oficina.

-No es el lugar más acogedor, pero necesito hacerte un par de preguntas en privado. ¿Ya llamaste a tu padre?

-Estoy tratando pero aún no me comunico con él.

-Bien Samantha, esta señora Grettel. ¿No tienes idea de que relación tenga con tu familia? ¿Por qué dice ser tu madre?

-Ni idea, no conozco a nadie con ese nombre, de hecho no conocemos a nadie que trabaje en la naviera, pero quien sabe, tal vez mi papá sepa.

Mi teléfono timbró, era de nuevo la misteriosa señora.

-¿La niña ya está con usted?

-Sí, estamos en mi oficina.

-Excelente, ahora escuche lo que le voy a decir con atención, necesito que salgan de la ciudad, le voy a mandar a su teléfono la ubicación de una cabaña que tengo en las montañas necesito que se oculten allí hasta que yo les avise.

-Suena tentador, pero no voy a hacer eso, Samantha me asegura que usted no es su madre, ya nos estamos comunicando con su padre y se quedará aquí en la estación, rodeada de policías hasta que aclaremos este asunto.

-Usted no entiende, ella corre un gran peligro, mientras más lejos este de todo y de todos mejor para ella.

-El único peligro que percibo es usted, así que ¿Por qué no viene aquí, a la estación? Si lo que dice es verdad no creo que tenga algún problema, Pero si no viene interpretaré que todo esto fue algún tipo de farsa y usted va a tener muchos problemas relacionados con la ley.

Hubo silencio en la linea por un momento, seguido por un leve sollozo.

-Dígame que vamos a hacer. Insistí

-Está bien detective, usted gana, nos vemos en un rato.

Al cerrar la llamada veía a la chica conversar con su padre, di un vistazo a mi teléfono, pensando en aquella mujer, a pesar de que debía mantenerme firme y ser objetivo, algo me decía que en verdad solo quería el bien estar de la chica.

-Mi papá está en camino.

-Grettel también, creo que ahora podremos poner las cosas claras.

Me tomé un momento para buscarme un café, ya me hacía falta. Manipulaba al azar mi teléfono mientras el humo de la taza se volatizaba en suaves ondas, volví a ver una y otra vez las fotos de mis hijos y de mi ex esposa, por momentos se me olvidaba que ya no tenía una familia, que ya no había un hogar a donde regresar al final del día, se me olvidaba que esa vida por la que luché se había fragmentado en pedazos, por la rutina, por la falta de comunicación, por el cansancio, por no poner dos mentes demasiado astutas e inteligentes en un mismo nivel, por falta de amor, la razón ya no importaba, estaba hecho, pero Dios, que difícil era ahora enfrentar esas consecuencias.

-Hey Martínez ¿Aún estas en la tierra?

-Sí, si, solo vine por café.- Apunté a decir mientras veía que ya de la taza no subía ningún vapor.

-Esto fue lo que conseguí; Sobre esa chica y su familia, nada espectacular, la madre murió hace nu...

-Nueve años.- Interrumpí

-Eso, el padre tiene una empresa de bienes raíces, compran, venden, construyen, re modelan, etc. La chica es excelente estudiante, de hecho, es una genio, una de esas superdotados, con coeficiente intelectual altísimo, Aquí dice que hizo su primera carrera universitaria a los trece, nadie de su familia ha tenido problemas con la ley.

-¿Y sobre el tío embajador?

-Déjame ver, Clements Abraham Devois, es embajador en Namibia desde hace 4 años, hombre de carrera ejemplar, un pacificador y muy humanitario. Esta gente está limpia.

-Por su parte Gretel Harnaud, es hija de unos adinerados inmigrantes, una mujer de negocios con postgrados y maestrías orientadas a la psicología industrial, con un par de proyectos particulares que le han merecido premios y reconocimientos, un divorcio en el contador, no se le conoce ninguna relación sentimental en...los últimos nueve años.

Tomé la carpeta con todos los archivos, la ojee por unos segundos.

-¿Crees en la suerte?

-Sabes que no.

-Parece que el nueve tiene mucho significado en la vida de estas personas, deberíamos jugarlo en la lotería

-¡A por cierto! La chica que saltó de la ventana la otra noche.

-Sí, la que estaba drogada, loca o algo así.

-Estaba limpia, no estaba drogada, ni borracha, era instructora de crossfit y solo unas horas antes estuvo en un baby shower, todo normal, una persona muy querida y agradable por lo que vi.

-Qué raro.

-Revisé su expediente médico y salvo una apendicitis hace un par de años tenía una salud de hierro, su familia no tiene ningún historial de problemas mentales.

-Eso entonces no deja ninguna posible explicación a lo que...hacía.

-¿Quieres mi opinión? Tu descripción de lo que paso, parece más bien una escena de una película de exorcismos, como si esa chica hubiera estado.

-¿Poseída? Naaa, no creo en esas cosas.

-Yo tampoco, pero no sé, tú estuviste hay, dime que piensas.

-Sigo pensando que fue algún tipo de droga de la que aún no sabemos.

-Pero no deja de ser una de las cosa más raras que he escuchado en todo el tiempo que tengo en la policía.

-Siempre aparecen cosas más raras según pasa el tiempo.- Musité tomando otro trago de la taza.

-¿Cómo va el...proceso?

-Ya sabes, a veces cuando salgo de aquí manejo inconscientemente hacia la que fue nuestra casa y solo cuando veo el letrero de se vende es que caigo en cuenta, la otra noche en mi apartamento pensé que había despertado otro lugar por error ya que no podía encontrar la habitación de mis hijos.

-Je je, ahora te volviste sonámbulo.

-Ojalá y sea solo eso.

-¿Recuerdas lo que te dije?

-Sí, tengo que enterrar el pasado y darme otra oportunidad.

-Y obviamente no lo estás haciendo.

-No me siento listo aún.

-Ya veo, esperaras hasta que ya estés jubilado, con artritis, en una silla de ruedas y llevando dientes postizos, para entonces querer conquistar el mundo.

-Debra no exageres.

-"Hola nena, soy Arthur ¿Te gustaría ir al cine conmigo esta noche?¨ Decía imitando una voz de anciano, provocando una inevitable risa.

-Tú siempre te las arreglas para ponerme en "apuros" emocionales.

-¿Si no yo quien?

Debra era una de nuestras analistas y una gran amiga, si el ángel de la guarda existe ella era el mio. Era una detective de campo pero tras un incidente donde la balearon la dejaron haciendo trabajo de oficina. Siempre decía que no era tan emocionante pero le mantenía ocupada. Le pedí que me acompañara de regreso a mi oficina

Saludé al padre de Samantha y traté de explicarle la situación lo mejor posible, honestamente me sorprendió su tranquila reacción, no así cuando la señora Grettel llegó, toda la decencia que aquel hombre mostró conversando conmigo parece haberse agotado, tan pronto la señora entró la agredió verbalmente sin darle tiempo a decir nada, pidiendo a gritos explicaciones y amenazando con demandas de todo tipo.

La señora con lágrimas en los ojos se sentó lentamente, estaba visiblemente perturbada, Debra se le acercó para confortarla.

-Estas en todo tu derecho de gritarme, obviamente soy una completa extraña, pero ahora que has ventilado toda tu frustración tu mente estará más calmada para escuchar lo que debo decirte. Conocí a tu esposa, Robyn y yo éramos como hermanas pero circunstancias de la vida nos hicieron enemistarnos y terminamos alejándonos. Siempre traté de que las cosas se arreglaran pero ella mantenía su distancia, cuando murió sentí que parte de mi había muerto con ella, en medio de mi tristeza me obsesioné con la idea de que debía de alguna manera enmendar las cosas, así que me propuse asegurar que Samantha fuera feliz, que alcanzara todo lo que Robyn quería para ella. Desde entonces siempre estuve cerca de ustedes a mi manera. Siempre te enviaba flores en tus presentaciones de teatro y recitales de piano, en tus graduaciones.

-Los regalos misteriosos en mi cumpleaños. Intervino Samantha. ¿Recuerdas papá que siempre recibía unos regalos anónimos en cada cumpleaños? Era yo. Musito Grettel con una leve sonrisa y continuó

-Cuando las cosas parecían no ir bien para ella y de repente se arreglaban misteriosamente, como cuando le negaron la entrada a la academia Rogers y un par de días después llamaron para decir que había sido un error. Yo estaba detrás de eso.

El rostro del padre de Samantha no pudo ponerse más pálido, su expresión era una rara mezcla de vergüenza con asombro, mientras los ojos de la chica se llenaban de lágrimas.

-El viaje a Disney donde repentinamente tu paquete de vacaciones cambio al paquete VIP sin ninguna razón.

-¿Fuiste tú todo este tiempo?

-Ethan también te he echado la mano con un par de negocios si te lo estás preguntando.

Hubo un momento de incomodo silencio.

-Tengo que pedirles perdón no tenía ningún derecho a meterme de esa forma en sus vidas, pero también les pido que por favor me permitan intervenir solo una vez más y proteger a Samantha.

-¿Pero quién querría hacerle daño a Samantha y por qué?

-Por sus cualidades, sus destrezas mentales han llamado la atención de...alguien que está muy interesado en ella y sus tesis.

-Vi en reporte que ella es un genio, pero simplemente sigue estudiando,. ¿Que no está conforme con lo que ya sabe?

-A pesar de que Samantha parece una estudiante de comunicación común y corriente, la verdad es que esta es la cuarta carrera que realiza, tiene un coeficiente intelectual de 213, pero ella insiste en vivir como una joven de 21 años normal. ¿O me equivoco?- Intervino Debra

Samantha solo asintió con la cabeza.

-No sé para qué exactamente, solo sé que por una coincidencia me enteré que un hombre solo conocido como Delautre tenía planificado secuestrarte. Y no descansará hasta conseguirlo.

Hubo otro momento de incomodo silencio, Grettel se llevó las manos al rostro tratando de controlar su llanto, Samantha se levantó y agachándose frente a ella la abrazo, ambas lloraron por unos instantes.

-No hay nada que perdonar, yo de hecho tengo que agradecerte, no, no tenía idea de que siempre estuviste allí, preocupándote por nosotros, aunque debiste acercarte y dejarnos conocerte.

El padre de Samantha se acercó tocándola en el hombro

-Yo de hecho te conocía.- Intervino.

-¿La conocías?

-No conocerla, pero Robyn me la mostró en una foto hace tiempo, habló sobre ella pero cuando le pregunte más, solo cortó la conversación. Creo que deberíamos hacerle caso.

-¿Esta seguro señor Devois? Pregunté

-Confío en lo que dice. ¿Y tú confías en ella?

La joven volvió a mirar a aquella señora.

-Sí, creo que podemos confiar en ella.

-Entonces debemos llevar a Samantha a una casa segura lejos de aquí.

-Tengo una cabaña en las montañas que ya le ofrecí al detective Martínez.

-Tenemos que revisar las condiciones y ver si es factible.

Escuché voces, que luego se convirtieron en gritos que precedieron una serie de disparos, Debra y yo desenfundamos y acercándonos a la puerta vimos algo que no entendimos, había tres hombres, que disparaban contra todos así sin más a lo bruto, sin escudarse, sin ninguna estrategia, los policías en la estación los superaban en número, literalmente aquellos tres tipos caminaban directo a su muerte.

El primer de estos hombres cayó, entonces por alguna razón el policía que le había disparado se volteó a sus compañeros y empezó a disparar. No podíamos creer lo que estábamos viendo, los demás le gritaban que parara pero él no lo hacía, después de herir a otros policías tuvieron que dispararle, pero antes de que cayera en el piso el que le había disparado abrió fuego contra sus colegas.

No podía seguir esperando, cruzamos a la oficina contigua y de allí hacia un pasillo que nos conducía a otra área, queríamos alcanzar la salida de emergencia en la parte trasera, tan pronto salimos escuchamos el rebote de balas contra la pared, había otro atacante, de tres disparos derribé al agresor, seguimos por una callejón tratando de alejarnos de la estación tanto como pudiéramos. Grettel nos llevó hasta su vehículo que estaba estacionado a una esquina, les dije que continuaran sin mí, tenía que regresar por mi auto. A todos no les pareció buena idea, pero Debra me conocía y sabía que estaría bien.

Al llegar el caos había pasado, algunos recibían los primeros auxilios, mientras otros se preguntaban cuál había sido el propósito de todo aquello y porque gente que conocían de años les había atacado.

-Capitán.

-Esto es una locura, esas malditas drogas están llevando a la gente a volverse completamente locos. Refunfuñaba

-No fueron drogas capitán, creo que venían por la chica que estaba interrogando, una persona nos avisó que tratarían de secuestrarla hoy en la universidad, lo impedí, la traje aquí y luego estos tipos aparecen.

-¿Y dónde está ahora?

-Con Debra, vamos a llevarla a una casa segura.

-Bien, informarme cuando lleguen.

-¿Tiene idea de porque nuestros hombres nos estaban atacando?

-Lo único que me llega a la mente es que teníamos dobles agentes aquí dentro.

Mi teléfono timbro.

-Debra ¿Dónde están?

-Recogiendo algunas cosas vamos a ir a la casa segura de Las Puertas.

Me di la vuelta para informarle al capitán nuestro siguiente paso, pero al hacerlo esté estaba incómodamente cerca de mí, como si tratara de escuchar la conversación.

-¿A dónde la van a llevar?

-Aún no sé. ¿Alguna sugerencia?

-Es tu caso, es tu decisión.

-¿Qué tal si vamos a la que está en Castellanos?

-Eso es literalmente en el otro lado del país.

-Exacto, mientras más lejos mejor.- Dije mientras veía la expresión de aprobación del capitán.

-Listo, en unos 10 minutos salimos para allá.

-Bien yo los alcanzo.

-Creo que deberías llevar algunos agentes adicionales, por precaución.

-Si necesitamos refuerzos le aviso.

-¿Seguro que no quieren más apoyo?

-No se preocupe, estaremos bien.

-Entonces prométeme que tan pronto lleguen allá me avisarán que todo está en orden. Dijo con voz pausada mientras me palmeaba el hombro.

-Tranquilo capitán, usted me conoce.

La mirada del capitán era extraña y su tono de voz también, el nunca era tan...personal. Parecía...parecía como si estuviera bajo los efectos de VOX, otras de las drogas de moda. Sin más rompí aquel momento y tan pronto subí a mi auto llamé a Debra.

-Debra, cambio de planes, vamos a ir a la casa segura en Larimar, tengo un mal presentimiento.

-¿Qué pasó?

-El capitán cree que tenemos gente infiltrada.

No quise compartir más detalles con Debra sobre lo que creía, ni sobre la posible implicación del capitán en el asunto vía telefónica, me dirigí a mi casa, recogí toda arma y pertrecho defensivo que tenía a mano, luego subí todo en un SUV que normalmente usaba en mis días libres.

Nos reencontramos en casa de Samantha y su padre, recogieron lo básico y partimos hacia la casa de Debra, no hubo muchas conversaciones en el trayecto. Debra entró y salió rápidamente, casi como si su mochila hubiera estado lista de antemano. La conocía bien y sabía que ella siempre tenía una, como ella la llamaba ¨Mochila de escape¨ lista en su sala de estar.

Le preguntamos a Grettel si quería recoger algo en su casa, dijo que ya tenía lo necesario en la cabaña, pero si necesitaba que pasaremos brevemente por el puerto, tenía que sacar algo de su oficina.

Llegamos pero no pasaron cinco minutos cuando vimos a Grettel correr hacia nosotros siendo perseguida por dos de los empleados del puerto armados con enormes llaves ajustables, Debra y yo bajamos amenazando a los tipos con nuestras armas pero estos no se inmutaron, disparamos a sus piernas y estos parecían no sentir dolor alguno, seguían arrastrándose con insistencia, cuando Grettel llegó al vehículo escuchamos disparos distantes, pero no nos detuvimos a ver de dónde venían, rechinando neumáticos salimos hacía nuestro destino, tras manejar temerariamente por varias calles confirmamos que no nos perseguían, tomamos la autopista y enfilamos hacia las montañas en el centro del país.

Paramos en una estación a recargar combustible, mientras las damas fueron al baño.

-Detective Martínez. ¿Le puedo hacer una pregunta personal?

-Si claro.

-¿Cree usted que esa señora nos dice la verdad?

-Me parece raro que me lo pregunte, usted mismo dijo en la estación que confiaba en ella.

-Sé que dije eso, pero me he pasado todo el camino desde que salimos de la ciudad pensando en porque dije eso, en verdad, no me siento del todo seguro de esto.

-¿Está cambiando de parecer?

-No estoy seguro, al principio me parecía una buena idea pero ahora, no estoy seguro, por un momento sentí cierta familiaridad y empatía con ella, pero ahora la miro y me parece una extraña de poco fiar.

-Usted es el padre. ¿Que sugiere?

-Por el momento solo me interesa que mi hija este a salvo.

-Sigamos con el plan, en un rato voy a sugerir que en lugar de ir a la cabaña de Grettel, vayamos a otra parte, si ella insiste en ir a su cabaña tendremos razones de sospechar que pudiera ser una trampa, si por el contrario accede podríamos darle el beneficio de la duda por el momento y creer que en verdad le interesa la seguridad de su hija.

Proseguimos nuestro camino y como acordé con Ethan traje a conversación la idea de no ir a la cabaña de Grettel alegando la situación de los tipos en el puerto. Grettel estuvo de acuerdo.

Desviamos la ruta hacia otro lugar también en las montañas, había una finca de unos amigos a los que solo tuve que llamar para que el personal del lugar nos diera acceso.

Nos instalamos en el lugar, Frank el encargado fue muy amable y servicial, de hecho me sorprendió que me recordara tan bien, mi última visita a este lugar fue hacia casi dos años. Debra y yo dimos una vuelta para asegurar el perímetro, luego nos preparamos para posibles contingencias o planes de escape.

Al caer la noche nos sentamos en la sala de la casa, honestamente parecíamos un grupo de amigos de vacaciones y no que estuviéramos escondiéndonos de una amenaza. Conversar con Grettel era simplemente un placer, aquella señora ostentaba mucha educación e inteligencia, dominaba al dedillo una gran variedad de temas y era sumamente agradable. Ethan habido hombre de negocios por igual era un buen conversador, por su parte Samanhta se sentía muy cómoda entre estos, hasta parecían una familia feliz, quien sabe, tal vez el destino les había juntado, Debra y yo volvimos a dar un recorrido.

-Este lugar es muy acogedor.

-El lugar es de unos amigos que se la pasan viajando fuera del país, pasa la mayor parte del tiempo solo, excepto por Frank, un par de empleados, la que hace la limpieza, las gallinas, patos y vacas.

-¿Y el siempre esta solo aquí?

-Me imagino que no siempre estará aquí, tiene esposa e hijos.

Al decir esto recordé inevitablemente la situación de mi divorcio, Debra lo notó.

-Hey, no quiero que te sigas distrayendo en lo que pudo haber sido y no fue, ya tienes que empezar a soltar eso y reconstruir tu vida, aún te queda mucho por hacer y tus hijos necesitan a su papá cuerdo y al máximo de sus capacidades.

-Si lo sé, pero a veces es difícil acostumbrarse.

-Lo que necesitas es una buena sacudida, algo como, no sé, saltar en paracaídas y si sobrevives empieza a contar tu vida desde ese día.

-Muchas gracias por la consulta doctora. ¿Cuánto le debo?

-Sabes que me refiero.

-Lo se, debería hacer otra cosa para romper mi rutina, ciertamente hace tiempo que no salgo a divertirme.

-¿Ves? Sabes que no estas bien y no estas haciendo anda al respecto.

-Creo que al terminar de todo esto deberíamos...

En ese momento escuchamos gritos provenientes de la sala, corrimos hacia el lugar, al abrir la puerta vimos a Frank disparar una escopeta, encañoné a frank gritándole que dejara el arma, este se giró hacia a mi casi de forma mecánica, su mirada era un tanto perdida, vi que cebó una vez más el arma por lo que le disparé en el hombro, lo que lo derribó, entonces fue como si el dolor hubiera sacado a Frank de una especie de trance.

-¡¡No me mate por favor, no me mate!! Gritaba entre sangre y muecas de dolor.

-¿¡Que rayos estás haciendo Frank, quien te contrato para esto!?

-¡No sé qué me paso, no sé!

-¡No me vengas con esto, habla de una vez o te vuelo la cabeza! Grité tomando la escopeta.

-¡Arthur Grettel está herida! Gritó Debra

Sin dejar de apuntar miré en dirección al mueble donde Grettel yacía con ambas manos sobre su vientre.

-¿Es grave?

-Hay que llevarla al hospital.

Me acerque a Frank y lo golpee con la culata de la escopeta en la cabeza.

-¡¡Habla de una vez o te juro que te mato!!

-¡¡No sé, le juro que no sé, no entiendo que me pasó, yo fui a buscar la escopeta como hago todas las noches y de repente sentí que tenía que venir aquí y dispararle a la señora, no sé qué me paso, se lo juro, se me metió el diablo!!

En esto entró Ángel acompañado de Mark, dos de los muchachos que trabajaban con los animales durante el día, rápidamente les apunte.

-¡No dispare, no dispare!

-¿Que hacen aquí?

-Íbamos en la moto de regreso a casa y escuchamos el tiro de la escopeta, volvimos a ver qué pasaba.

-¡No les creo muévanse hacia donde esta Frank, vamos!

Los dos muchachos se movieron presas del miedo, mientras que Ethan y Debra ayudaban a Grettle a levantarse Samantha fue a buscar mi vehículo.

-Denme una sola razón para no matarlos a todos aquí mismo.

-Señor por favor se lo juro por mis hijos, no sé lo que me paso, usted se acuerda de mí, usted sabe que yo no soy así, yo no llegué ni al octavo curso de la escuela básica, pero honesto siempre he sido, en mi casa mis papás me criaron para decir siempre la verdad aunque me cueste, a mí nadie me dijo que hiciera esto algo... se me metió.-Decía entre lágrimas con sus manos juntas en actitud suplicante.

Con el tiempo y la experiencia uno aprende a distinguir ciertos comportamientos, basado en esto me parecía que Frank decía la verdad.

-¡Arthur vamos! gritó mi compañera desde el vehículo.

Caminando hacia atrás salí de la casa y aborde el vehículo sin dejar de apuntar hacia la puerta.

Aceleramos por aquel camino rural ignorando las irregularidades del terreno.


-No se molesten, sé que no lo voy a lograr, ya es tarde para mí, pero por favor, no dejen que Delautre encuentre a Samantha.

-Por lo que veo será difícil.- Musito Debra.

-Arthur, tu eres el único que puede proteger a Samantha, tú tienes algo, llámalo un don si quieres y eso es lo que te permitirá detener a Delautre.

-Por favor Grettel, resiste. Gritaba a Samantha.

-Tranquila mi niña, tengo que hacer un viaje, pero créeme, no estaré muy lejos, estaré aquí y también aquí. Dijo mientras tocaba su corazón y luego su cabeza.

Fueron las últimas palabras que escuchamos decir a Grettel, cuando logramos llegar al hospital, ya era tarde. Fue un momento difícil. Grettel había muerto, la única persona que conocía a aquel misterioso individuo que quería a la joven genio y que por alguna razón podía seguirnos el paso de una forma intimidante, empecé a pensar que debíamos tener algún rastreador o algo con nosotros, pero lo de Frank aún me tenía desconcertado. ¿Qué estaba pasando?


Estábamos parados en la puerta del hospital cuando vimos a una cierta distancia a los dos muchos de la finca, parados junto a la motocicleta, observando, sin hacer nada, fui a mi SUV, me puse el chaleco tome mis pistolas y el rifle de asalto y caminé directo hacia ellos.

-¿Dónde está su jefe?

Los muchachos guardaron silencio

-¿Dónde está el que les contrató?

-Definitivamente usted es un hombre especial.-Dijo el mayor de los muchos con una voz extraña, una voz que no fue la misma con la que me habló en la finca.

-¿Que está pasando?

-Algo que escapa de tu comprensión y que estarás mejor sin saber, lo que si debes saber es que tus esfuerzos son en vano, no importa lo que hagas a donde vayas o lo que intentes, siempre te encontraré, siempre estaré un paso detrás de ti, cuando te canses yo no estaré cansado, cuando te desesperes yo aguardaré tranquilamente. Tarde o temprano obtendré lo que quiero.

-No me asustas, ya he vivido los horrores de la guerra.

-Pero esos horrores no se comparan a los horrores del infierno, los horrores de tu propio y personal infierno.

-Basura.- Dije aguzando mi puntería sobre la cabeza del muchacho.

En esto se acercó Debra en el vehículo y me gritó que subiera, insistió y al final accedí, de nuevo sin dejar de apuntar.

Debra salió a toda velocidad del lugar, manejamos por varios minutos sin que nadie dijera nada, al final Debra rompió el silencio.

-¿Que te dijeron los muchachos?

Aún no estaba seguro que decir al respecto.

-¿No me vas a decir que paso?

-El mucho, el mayor, me dijo que no podríamos proteger a Samantha, porque no importa a donde vayamos ellos...el, quien sea, nos encontrará.

-¿Y tú que piensas?

-Que todos están jodidamente endrogados, eso es lo que pienso.

-¿Y a donde vamos ahora?

-Hay un pequeño motel a unos kilómetros de aquí, solo sigue conduciendo.

La situación estaba machacando mi cabeza, Samantha se había dormido apoyada sobre el regazo de su padre quien mantenía su mirada perdida en lo oscuro de la noche, miré a mi compañera y note algo extraño, Debra se había cortado el pelo hacía ya algunas semanas, pero por alguna razón estaba pasándose las manos de forma aleatoria por la cabeza, como si se sintiera extraña por llevar el pelo así. Tras un rato se dio cuenta de que la observaba.

-¿Todo bien?

-Sí, todo bien.

Nunca la había visto hacer eso, oh estaba muy preocupada o algo más había pasado. Llegamos al motel y nos registramos en habitaciones contiguas. Damas a la derecha caballeros a la izquierda, monté la primera guardia, así tuve un momento a solas para aclarar mis ideas.

Recordé la expresión del muchacho, luego la de Frank cuando disparó, pensé en la cara del capitán, en los policías que se disparaban unos a otros, los estudiantes que me atacaron, incluso recordé la chica que salto por la ventana. El tiempo pasó y Debra envuelta en una frazada apareció trayendo una taza de café en las manos.

-Oye soldado ¿Un trago?

-Por supuesto.

Acepté el café, acto seguido me abrazó desde atrás envolviéndome con la frazada, luego reclinó su cabeza sobre mi cuello.

-¿Se puede saber que estás haciendo?

-Nada solo compartiendo el calor.

Definitivamente esa no era Debra, con un rápido movimiento, me libré de su agarre y retorciendo el brazo la puse contra el barandal del balcón.

-¡¿Quién rayos eres!?

-¿Como que quien soy? ¡Soy Debra!

-¡No, ella nunca haría algo como esto, si fueras Debra sabrías que en el trabajo tenemos límites que respetamos!

-¿Por qué poner límites entre dos personas que se quieren?

-¿Ves que no eres quien dices ser? Ahora habla o te juro que te romperé este brazo y seguiré con el otro.

-¡Muy bien detective! Por favor, está bien, por favor suélteme, nos está haciendo daño.

Me aseguré de quitarle el arma que traía al cinto y la del arnés debajo del brazo antes de soltarla.

-Muy bien, habla.

-No, no debería decirle esto.

-Sí, si deberías porque todo esto me está hartando, así que habla de una buena vez.

-¿Alguna vez se ha preguntado detective que pasa realmente cuando la gente muere?

Instantáneamente mi mente generó una loca explicación de que estaba pasando, pero la aparte rápidamente.

-Te apagas, vas a al cielo o al infierno, que se yo, cuando tienes este tipo de trabajo tratas de no pensar mucho en eso para no amargarte la vida.

-No se sabe lo que hay porque nadie ha regresado para contarlo, pues ahora detective... Te diré lo que hay más allá de la muerte.

-Ahora me dirás que eres Grettel que has vuelto de los muertos y has poseído el cuerpo de Debra.

-No exactamente, escuche con mucha atención detective, no se supone que nadie...Vivo sepa esto, se lo digo solo porque usted tiene que entender la complejidad de esto para poder proteger a Samantha.

Me mantuve sereno, aunque por dentro estaba helado.

-Cuando una persona muere su mente se libera del cuerpo como una forma de energía, si esta mente se queda solo ahí eventualmente aparece algo, la verdadera muerte, una sombra, una inexplicable, aterradora y oscura entidad se lleva tu mente a quien sabe dónde, pero la cosa es que si hay una persona cerca, cuyo cerebro es, digamos compatible, esa mente liberada del cuerpo puede sumarse a la mente de esa persona y así quedar fuera del alcance de la muerte.

-¿Ósea que los muertos poseen a los vivos?

-Permítame explicarle, cuando una mente pasa a otra persona esta se acopla de forma inofensiva y puede seguir viviendo en la vida de esa persona, sintiendo lo que esa persona siente, puedes oler, saborear, sentir lo que toca, es casi como si estuvieras vivo de nuevo con la salvedad de que es más como si fueras en el asiento del pasajero, no tienes la necesidad de hablar o hacer nada solo te sientas y disfrutas del viaje, sin embargo puedes intervenir cuando sea necesario. ¿Recuerdas cuando la gente dice que escucha la voz de la conciencia? Eso es otra mente dentro de la suya ayudándole a tomar decisiones.

-Difícil de creer.- Musité

-Pues prepárese detective, ahora viene la mejor parte, cuando una persona trata de entrar a una mente que por alguna razón es ¨incompatible¨ reacciones inesperadas y desagradables pueden suceder y de allí viene lo que conocemos como enfermedades mentales: ¿Depresión? Es la tristeza de una mente ajena que se ha quedado atascada en la tuya y no puede salir, por eso la idea del suicidio, la muerte liberaría esa mente atrapada. Esquizofrenia: una o varias mentes instaladas en una sola, el esfuerzo es tan grande que el anfitrión termina viendo y escuchando a aquellas personas que pululan en su propia mente. Desorden de personalidad múltiple seria otro ejemplo de varias mentes dentro de la misma cabeza. En esencia detective, toda situación que tiene que ver con la mente es producto de que la mente de otra persona esta insertada en la propia, Parkinson, Autismo, un derrame cerebral, la genialidad y la creatividad de alguien o aquella personas que tras un accidente, operación o viaje sienten que de repente es diferente, es el resultado del mimetismo de dos personalidades. Literalmente detective, nunca estamos completamente solos.

-¿Entonces tengo que interpretar que lo que ha estado sucediendo es que la mente de alguien ha estado entrando en esas personas y controlándolas?

-Así es.

-Dices que las mentes pasan a otros. Cómo?

-La forma más segura es con el contacto físico, un leve contacto de unos segundo es suficiente, también si se tiene un mente fuerte, se pude viajar a cierta distancia hasta encontrar a alguien compatible, pero es riesgoso, mientras más tiempo pasas fuera de alguien más posibilidades tienes de que La Muerte te encuentre y te lleve a ese lugar del que en verdad nadie ha podido regresar.

-¿Algo más que deba saber?

-Sí, hay animales que también tienen esa capacidad, en ocasiones muchos se quedan en la mente de un perro o algún otro animal para recorrer grandes distancias, la escala de inteligencia canina es más bien una escala de compatibilidad canina con las mentes humanas. En ocasiones mentes de animales se pegan a personas, por lo regular no es malo siempre que haya compatibilidad, pero eso explica cuando ves a un enfermo mental que actúa como un animal, o personas que resultan increíblemente empáticos con las mascotas, pero de nuevo eso depende de que tan fuerte sea esa mente. También en ocasiones hay verdaderos caos en las mentes incompatibles, un tipo de caos que muchos podrían considerar una posesión demoníaca¨

-¿Ahora nos vamos con lo religioso?

-San Lucas 8:26-35, habla de un hombre que estaba endemoniado, Jesús le pregunta por su nombre, el hombre le responde que se llama legión porque son muchos, luego Jesús les da permiso de irse y estos entran a unos cerdos, los que resultaron incompatibles así que los hacen ahogarse para liberarse de ellos.

-¿Y no has visto también ¨Ángeles y Demonios¨?

-Sí, pero no hablan con nosotros y solo pueden actuar bajo órdenes.

-Pero entonces los demonios no poseen a las personas.

-Sí, si pueden, pero es algo muy particular y específico. En San Mateo 17:21 Jesús dice que: ¨Este tipo de posesión solo sale con ayuno y oración¨ dejando ver que sacar un demonio de una persona requiere un mayor esfuerzo y preparación. El mundo espiritual es bastante complejo.

-¿Ya terminaste con la clase de religión?

-Si por ahora.

-Esto es una locura.

-Si lo sé, para mí fue aún más difícil entenderlo, porque no hubo explicación, solo morí y al instante veía el mundo de una forma distinta, no entendía que pasaba, la muerte apareció y me persiguió, por suerte encontré a alguien compatible en quien entre casi de manera instintiva.

-Debra.

-No, se llamaba Cesar creo y trabajaba en una construcción…

-Construcción, ¿Cual construcción?

-No soy Grettel, Soy Robyn, la mamá de Samantha, ¿Recuerda? fallecí hace nueve años.










Continuará... Cada vez que dudes si lo que hay en tú cabeza es tuyo o de alguien más...


Comentarios

Entradas populares