Las Crónicas de Access Denied: Valiente






Descubrimos este lugar como en otras ocasiones, mientras viajábamos en un autobús escuchamos una conversación sobre un lugar que no conocíamos, una cueva en el municipio que responde al nombre de Valiente.
Gilberto y yo nos apersonamos al sitio y honestamente nos sentimos decepcionados, la cueva era básicamente sólo un techo de piedra y una pequeña laguna de aguas frías y azules, nada impresionante. Sin embargo mientras nos retirábamos nos topamos con un anciano que nos hizo cambiar de parecer.

Nos preguntó que si veníamos de la cueva a lo que respondemos que sí.

-¿Y no vieron nada raro?

-Nada, es sólo una lagunita poco interesante. Respondí.

-¿Deberíamos haber visto algo? Intervino Gilberto.

-Deberían...musito aquel hombre con aires de tristeza.

Se alejó en dirección a un árbol bajo cuya sombra se cobijó, sacó un pañuelo y con calma seco el sudor de su frente.

-¿Se siente bien? Pregunté.

-Mi cuerpo está bien, pero no mi alma.

El anciano quedó en silencio mirando en dirección a la cueva

¿Quieren escuchar una historia tonta?

Nos miramos y luego asentimos con la cabeza.

-Hace mucho, cuando la autopista de las Américas era tan sólo una calle de tierra, los niños de Valiente solían venir aquí escondidos de sus padres a darse un chapuzón en la laguna. Un día en particular uno de esos niños de adelantó a sus amigos con la intención de asustarles pero el asustado resultó ser el.

Hace de nuevo una pausa, vuelve a secar el sudor y tras abanicarse un poco con el pañuelo continuó.

-El niño llegó al lugar y vió un gran chapoteo en el agua, como si algo muy grande hubiera caído. Pensó que alguien le había robado la idea así que esperó hasta que ese alguien tuviera que salir a respirar pero nunca salió, se acercó a la orilla y vió que no había nadie en el agua, entonces pensó que pudo haber sido una roca del techo, pero no había ninguna señal de ello, no entendía que había sido. De pronto vio el agua enturbiarse con el sedimento del fondo, luego hubo un chapoteo y luego otro y entonces vio algo agitarse sobre el agua, fue sólo un segundo pero lo vió, primero pensó que era una culebra, pero en una segunda sacudida vió que era algo distinto, se elevó casi dos metros por encima del agua, musculosa y recubierta de una piel marrón con tonos verduzcos, parecía más bien una cola.

-Corrió como nunca lo había hecho en su corta vida, corrió hasta toparse con el grupo de niños que venía hacia el lugar, los detuvo y entre lágrimas contó lo sucedido. Sus amigos se burlaron de él y le obligaron a acompañarles de regreso a la laguna.

-¿Y me imagino que ahora nos dirá que no pasó nada? Intervine.

-Así es, los niños se bañaron, saltaron, chapotearon y nada paso. Aquel niño quedó como un cobarde frente a sus amigos y no hubiera pasado de ahí si unos días más tarde no lo hubiera visto de nuevo.

Honestamente para ese punto la historia del anciano había logrado despertar nuestra curiosidad.

-El arroyo subterráneo que alimenta esta laguna pasa por dos pozos uno está más o menos cerca y en ese un día mientras sacaba agua el cubo golpeó algo que sacudió el agua en el fondo y de nuevo lo vio, algo, una porción de piel marrón con escamas que brillaron bajo la luz del sol en tonos azules y verdes. Decía el hombre mientras el pañuelo temblaba en su mano.

-Corrió como loco y avisó a sus padres a toda la comunidad, hasta la policía se presentó en el lugar, pero nada pasó. Su padre enfurecido por haberle puesto en vergüenza ante la comunidad le dio una paliza y lo puso de castigo por varias semanas de rodillas en casa.

-Cuando llegaba de la escuela, se cambiaba de ropa, almorzaba y luego se iba a su habitación y permanecía de rodillas todo el día, y sólo se levantaba cuando sus padres se lo ordenaban. Pasó varias semanas así y se juró a si mismo que le probaría a sus padres y a todo el mundo que no estaba mintiendo.

Sus ojos se tornaron vidriosos.

-Empezó a visitar el lugar a diario, colocó trampas, descubrió donde terminaba la corriente subterránea en la costa y también pasaba por allí, vigilaba los pozos, se obsesionó. Le preguntaba a sus profesores en la escuela, buscaba información en la biblioteca, estudió tanto como sus limitados recursos se lo permitieron. Ser un adulto no le cambió su manera de pensar, sólo hizo que tuviera menos tiempo para seguir su cacería. Con los años termino convirtiéndose en el loco de la cueva, así lo bautizó la comunidad.

-El tiempo pasó y el loco de la cueva  se convirtió en el viejo de la cueva, un solitario soñador que espera morir sabiendo que no estaba demente y que lo que vio era real.

Todos quedamos en silencio mientras el anciano secaba sus lágrimas.

Acompañamos al anciano a su humilde morada, allí nos brindó café y compartió otras historias de su juventud, su esposa había fallecido hacia muchos años y aunque sus hijos vivían cerca él prefería vivir sólo.

Nos contó que pensaba que lo que vio debía ser una especie de anguila gigante ya que el color que vio se parecía al de una anguila morena, aunque las escamas correspondian más a las de una carpa, lo que no encajaba en la morfología de estas anguilas, nos dijo que el agua de la cueva es una tanto salada por la cercanía con el mar, pero en el pozo que estaba cerca era "utilizable" y en el más lejano era completamente dulce. 

Nos mostró un franelógrafo donde tenía fotos de distinta especies de anguilas y serpientes acuáticas, tenía varias libretas llenas de apuntes y hasta un dibujo que hizo de como debía ser aquel ser que él creía vivía en aquellas corrientes subterráneas. Lucía como un cocodrilo liso y sin patas.

Gilberto y yo salimos rumbo a casa, en nuestras mentes habían una mezcla de pena por el anciano y curiosidad por su historia. Pero una exploración a nivel submarino implicaba mucha más preparación que la que teníamos, el espeleobuceo no figuraba entre nuestras habilidades. Sin embargo diez días más tardes nos encontrábamos en el parque submarino de la Caleta tomando nuestra primera clase de buceo, queríamos explorar aquellas corrientes subterráneas, la posibilidad de que hubiera un verdadero críptico en aquellas profundidades nos tentaba demasiado.

Nuestro instructor de buceo, un norteamericano radicado en el país que respondía al nombre de Ethan nos recomendó que adquiriéramos más experiencia antes de arriesgarnos a esa aventura, pero honestamente no queríamos esperar, así que lo convencimos (después de haber acordado un precio justo) de que nos acompañará en aquella aventura.

El día señalado llegamos al lugar no sin antes pasar por casa de don Hector, el anciano que nos contó la historia, lo encontramos postrado en cama rodeado de familiares, nos comentaron que estaba muy enfermo hacía dos semanas. Cuando nos acercamos y le contamos lo que queríamos hacer su rostro se iluminó y nos dejó saber lo mucho que le hubiera gustado acompañarnos. Deseándonos la mejor de las suertes y después de un café y una bendición nos dejó ir.

Al llegar a la entrada de la cueva Ethan nos esperaba con el equipo de buceo, nosotros ya traíamos lo que consideramos necesario. Cascos, coderas, rodilleras, cuerdas, mosquetones, varias linternas sumergibles, señales estroboscópicas, tablillas y marcadores para comunicarnos de manera escrita, dos cámaras, cuchillos y un par de arpones...sólo por si acaso.

La mayor parte de este equipo se convirtió en un compacto paquete flotante fácil de manipular bajo el agua. Ethan dudó un poco al ver todos esos pertrechos, le recordamos cuál era el propósito de esta incursión, el sólo atinó a decir en su mal español que pensaba que estábamos bromeando. Le dimos la opción de retirarse a lo que se negó, sí, íbamos en serio.

El momento llegó, debo confesar que sentí miedo, cuando salieron las primeras burbujas de mi regulador sólo pensé que la cuenta regresiva había empezado. Teníamos una hora de oxígeno, el plan era llegar tan lejos como pudiéramos llegar en media hora y regresar. El estar en un medio para el cual no naciste preparado puede llegar a ser aterrador, el hecho de saber que si algo sale mal no hay una opción de escape suponía un temor constante, estabamos nerviosos. Hubicamos la parte más profunda de la laguna y descendimos. Encontramos una abertura que nos permitió seguir descendiendo por una cueva de paredes irregulares, las linternas entraron en acción permitiéndonos apreciar las hermosas tonalidades de la roca a nuestro alrededor. Allí mismo colocamos un anclaje para asegurar la delgada cuerda que nos serviría de guía para nuestro regreso.

Desendimos hasta una profundidad de casi veinte metros por donde accesamos a la corriente principal, nos recibió un túnel bastante amplio donde la corriente resulto ser menos fuerte de lo que esperábamos, por lo que nadar en contra de la misma se nos hizo fácil. Habían pocos espeleotemas en aquel lugar pero las paredes estaban plagadas de trazos de hermosos colores, continuamos hasta una ampliación del túnel que daba lugar a una bifurcación. Por costumbre tomamos el pasaje de la derecha que resultó ser un callejón sin salida, regresando continuamos por el de la izquierda, seguimos nadando con la misma fluidez de antes, aunque sentimos que la corriente se volvió un poco mas fuerte.

Mi mente aún se debatía entre los nervios y la emoción cuando a la distancia vimos algo extraño, una bóveda circular se veía al frente, y dentro habían dos formaciones enormes. Desde donde estábamos lo que veíamos eran dos montículos, uno en el techo y otro justo debajo, eran como dos medias esferas, cubiertas de unas crestas inclinadas hacia la izquierda y con una coloración similar a la de un hueso fresco. Pero lo mas extraño era lo que parecía ser una neblina que giraba alrededor del montículo de abajo, pero no pasaba de la mitad de la bóveda, como si una pared invisible se lo impidiera. Mientras avanzamos, notamos dos agujeros fósiles arriba y dos abajo, aún contemplábamos esto cuando sentimos que empezábamos a hundirnos, la flotabilidad que hasta ahora teníamos desapareció, no solo eso, eramos arrastrados por la corriente que hacia girar el sedimento.

Nuestro miedo hubiera alcanzado el nivel de pánico si Ethan no hubiera escrito en su tablilla que habíamos llegado al punto donde el agua de mar se mezclaba con el agua dulce del subsuelo, la diferencia de densidades era lo que provocaba nuestra perdida de flotabilidad y el extraño efecto de división de la neblina dentro de la bóveda. Una vez entendimos esto estuvimos mas tranquilos y hasta disfrutamos dejarnos llevar por aquel remolino y dar un par de vueltas en lo que bautizamos como: "La Lavadora"

Exploramos los cuatro huecos fósiles del lugar, de los de abajo uno era un pozo casi vertical bastante profundo el cual descartamos, el otro era horizontal pero solo llevaba a una estrecha grieta por donde no podíamos pasar. De los dos huecos de arriba, uno resulto tener bastante presión, esa debía ser la vena principal de aquella corriente subterránea, el restante fue el indicado para seguir nuestro recorrido, este era de agua dulce, por lo que pusimos otro anclaje, para dejar atados los contrapesos que traíamos y de paso, colocar nuestra segunda linea de guía. Ya mas ligeros nos desplazamos en aquella corriente,  a la distancia vimos una luz, una perfecta columna luminosa que parecía casi solida en medio de aquella oscuridad, al llegar al lugar aquella luz que entraba por aquel agujero lucía casi celestial, como cuando un rayo se asoma entre nubes oscuras después de una tormenta. Ascendimos por aquel hueco que resulto ser uno de los pozos que el anciano nos había mencionado, no pudimos evitar quitarnos las mascaras y respirar un poco de aire puro, aquel momento fue reconfortante, revisamos nuestros medidores y relojes, nos quedaban unos siete minutos antes de tener que dar vuelta atrás.

Volvimos a la oscuridad del túnel y avanzamos, habíamos nadado unos diez metros cuando llegamos a una pared, habían distintos agujeros en la misma, como si fuera un colador, pasamos por el más grande y empezamos a escuchar un sonido extraño. ¿Alguna vez han golpeado dos rocas una contra la otra mientras están bajo el agua? Era exactamente ese sonido pero repetido cientos de veces, como si una ametralladora repicara bajo el agua.

Los niveles de nerviosismo volvieron a subir, sea lo que sea, sonaba cada vez mas fuerte, nos dimos la vuelta para volver a pasar por el colador y lo peor que pudiéramos imaginar pasó, aquella pared colapsó, no del todo pero si lo suficiente como para que no pudiéramos pasar. Entramos en pánico, pero tratamos de no perder el control, hiperventilarnos no nos ayudaría en nada, empezamos a mover las rocas en busca de ampliar alguna de las aberturas, mientras hacíamos esto Ethan exploró los alrededores, la única opción era regresar por donde entramos o continuar hacia la profunda oscuridad.

Escribí que el anciano había mencionado un segundo pozo, si lográbamos llegar allí, tendríamos una oportunidad, podríamos perdernos y terminar nuestro oxígeno, pero definitivamente no podíamos regresar por la pared derrumbada, no teníamos opción, se que estábamos debajo del agua pero definitivamente debíamos estar sudando, cuando alcanzamos la marca de la media hora era inevitable sentir preocupación.

Y como si no fuera poco el camino de nuevo nos presento una bifurcación, enfilamos hacia la derecha, la siguiente cueva estaba un tanto inclinada, sentíamos que estábamos ascendiendo, entonces aquel sonido se repitió, vimos pequeñas rocas caer desde el techo, así que aceleramos hasta un espacio muy amplio.

Tan amplio que no podíamos ver el techo, las paredes o el fondo, eramos solo nosotros, flotando en una incomoda y aterradora oscuridad, nunca me había sentido tan indefenso, tan vulnerable, por si fuera poco, aquel sonido empezó una vez mas. De pronto sentimos una inusual corriente pasar sobre nosotros, y luego por debajo. Echamos mano de nuestro equipaje y tomamos los arpones, se sentía como si algo nadara rápidamente alrededor nuestro.

El sonido no se detenía y ya empezaba a volverse molesto, sentimos otra ráfaga venir directo frente a nosotros, como si algo viniera a gran velocidad y frenara de golpe, pero en nuestras luces nada apareció, en ese momento las historias del anciano empezaron a jugar con nuestras mentes. ¿Habría de verdad una monstruo allí debajo?

No veíamos nada, empezamos a nadar alrededor, buscando una pared contra la cual atrincherarnos, pero aquel lugar parecía ser infinito y aunque no queríamos estábamos hiperventilados consumiendo más oxígeno del que debíamos, pero en ese momento no podíamos pensar en otra cosa. Gilberto sacó una de las luces estroboscopicas y la dejó flotando, usando esa como referencia nadamos en otra dirección y dejamos otra luego nos alejamos, si había alguna criatura viviendo en esas profundidades es muy probable que fuera ciega, sin embargo el sonido que producían con cada destello deberían de llamarle la atención a cualquier cosa que hubiera allí y al mismo tiempo para poder tener un punto de referencia en aquel agobiante vacío.

Por fin encontramos un muro al que nos pegamos, revisamos los medidores, solo quedaban dieciséis minuto de aire, escribí en mi tablilla si tenían alguna idea, simplemente movieron la cabeza, entonces por un momento pense que ese podría ser mi fin, morir en aquella cueva de donde parecía no saldriamos.

Sentimos aquel sonido una vez más y algo nos empujó hacia un lado, una fuerte corriente que nos dejo dando tumbos, golpeamos contra una pared y sin darnos tiempo a reaccionar fuimos empujados una vez más quedamos en el medio de aquel lugar. Sentimos de nuevo algo agitar el agua a nuestro alrededor, disparamos los arpones a ciegas, pasaron unos segundos y vimos uno de estos regresar hacia nosotros girando velozmente, apenas pudimos esquivarlo.  Entonces cuando creímos que nada mas raro podía pasar, sentimos que eramos succionados hacia atrás, llegamos de nuevo a la pared pero esta vez había un agujero que succionaba agua con tremenda fuerza, si hubiera sido mas grande nos hubiera tragado.

Nos fuimos deslizando hasta quedar fuera del alcance de la succión, nos topamos con otro hueco similar, pero en este no había ningún tipo de presión, seguimos y nos encontramos con otro más en el que tampoco había fuerza alguna, sin embargo después de que lo habíamos pasado empezó a salir agua con gran fuerza.

Iluminamos hacia arriba y abajo de aquella pared y vimos mas huecos, aquella bóveda era una especie de válvula de compensación gigante, el agua que circulaba por allí creaba presiones negativas y positivas en los túneles circundantes.  Recorriendo la pared, logramos encontrar la abertura por la que habíamos entrado. Sentí que uno de mis colegas me tocaba en el hombro, al voltear vi como solo quedaba una sola luz estroboscopica y esta era succionada suavemente hacia un túnel lo bastante grande como para que pudiéramos entrar.

Nos acercamos y luego de una rapida inspección entramos, mas que todo porque este nos llevaba en sentido opuesto al del túnel por el que habíamos entrado, no habíamos avanzado mucho cuando Ethan me detuvo, señalando mi tanque, tomó una cinta adhesiva especial y cubrió una pequeña abertura en la manguera de mi regulador por la cual estaba escapando mi oxígeno, de inmediato pensé en el arpón que habíamos esquivado minutos atrás, vi mi marcador y solo tenia siete minutos y medio...siete minutos y medio de vida. Ethan solo me señaló que continuara nadando.

Tras un par de minutos, llegamos a un punto donde el túnel terminaba en seis grandes huecos. En ese momento nuestro pensamiento se nubló, yo solo tenía cuatro minutos de aire y mis compañeros diez, no teníamos mas tiempo para dar vueltas, necesitábamos una salida yá. No hubo comentarios, ni señales, solo nos quedamos allí mirando los oscuros agujeros, tan oscuros como nuestra suerte en ese momento.

De repente el túnel que tenía frente a mi me succionó tan rápido que no tuve tiempo ni siquiera de darme la vuelta, Los cascos coderas y rodilleras que llevaba no habían sido utilizados hasta ese momento, me golpee varias veces mientras era velozmente arrastrado solo me ocupé de sujetar las correas del tanque sobre mi pecho y poner los pies por delante para prever cualquier golpe o vuelta brusca. Llegué a una recámara totalmente esférica. Di un montón de vueltas rodeado una nube de arena, traté de buscar algo de que agarrarme pero solo me lleve dos puños de esta antes de ser arrastrado por otra corriente a través de otro túnel, más vueltas, mas golpes, más confusión, más miedo.

Era todo, sería arrastrado sin control por aquellos túneles hasta quedar sin oxígeno, moriría y mi familia nisiquiera tendría un cuerpo al que dar cristianan sepultura, algo con que cerrar el capitulo de mi existencia, una muerte fría, solitaria y aterradora me esperaba, no podía pensar en otra cosa mientras perdía toda esperanza, tenía lagrimas en mis ojos que ni siquiera podía secar, solo cerré los ojos.

Mi cuerpo golpeó algo, sentía que flotaba en un espacio mayor, cuando abrí mis ojos para mi sorpresa me encontraba en la lavadora, acababa de salir por el túnel que expulsaba agua, no lo pensé mucho y empecé a nadar siguiendo la cuerda, sentí un golpe en mi casco antes de hacer algo vi nuestra mochila pasar sobre mi, cuando la agarre note que aún tenia algo en mi mano, algo que había sacado de la nube de polvo, no me detuve a analizar y solo lo metí en uno de los bolsillos sin dejar de nadar, con solo tres minutos de aire de aire debía apresurarme. Era imposible no hiperventilarme, mi escafandra estaba nublada, las lágrimas y el sudor se habían acumulado en ella, por momentos solo cerraba los ojos y apretaba con fuerza aquella fina cuerda mientras me halaba a mi mismo en dirección a la salida.

El indicador mostraba cero, pero aún seguía respirando, Ethan siempre decía que a los tanques se les pone un poco más de oxígeno, solo por si acaso, gracias al cielo eso cayó como anillo al dedo a mi actual situación, aunque no por mucho, cuando estaba ya en el túnel vertical subiendo hasta la laguna, el oxígeno se terminó, aceleré el paso tanto como pude, me descolgué la cuerda con la que arrastraba la mochila, los tanques, me quité todo mientras subía con desesperación, luchaba contra mi mismo, contra la incontrolable necesidad de respirar, la ansiedad se convirtió en fuertes convulsiones que escapaban de mi control. Mis pulmones recibieron las primeras bocanadas de agua salobre, quería toser, tragar, respirar y contenerme, todo al mismo tiempo, pero no me detuve. No moriría allí, no moriría ese día, tenía demasiadas cosas por las cuales seguir vivo, había sobrevivido a lo peor y no me rendiría en el último tramo.

Honestamente no recuerdo que hice cuando llegué a la laguna, solo se que me encontré tosiendo de pie aún con el agua a altura del cuello, caminé tan pronto como pude, solo quería salir de aquel lugar. Caí de rodillas en la orilla mientras mis pulmones seguían tratando de despejarse del agua que había tragado, me sentía exhausto, me tiré boca arriba mientra el oxigeno volvía a circular por mis venas, aclarando los pensamientos en mi cabeza, devolviendo mi ritmo cardíaco a niveles normales, confirmándome que aún estaba vivo.

Me senté, aún respirando con cierta agitación, mire hacia la laguna preguntándome, qué habría sido de mis colegas, tenían más oxígeno que yo, pero ya había pasado mucho tiempo y aún no salían, de repente vi una sombra colorida proyectarse en el fundo y distinguí de inmediato los destellos de las luces estroboscópicas, respiré con alivio, pero sólo para agravar la angustia del momento, no eran ellos, era solo la mochila. Espere por un tiempo que considere prudente, pero solo podía pensar en lo peor.

Recordé entonces aquel pozo, no queria hacerme ilusiones, pero tenía que ir a ver, tenía que sacarme la duda de la cabeza, recogí los pertrechos y me encaminé al lugar, en el camino, no podía dejar de pensar en mi teniendo que dar la mala noticia a sus familiares, en las veces que Gilberto hablaba de ¨ponernos fuera del alcance de la muerte¨. Tenía demasiados sentimiento encontrados mientras lentamente me acercaba al pozo, le pedía a Dios que por favor estuvieran ahí.

Me asomé al pozo, di un rápido vistazo y aparte la mirada, luego volví a ver con lentitud, no quería ser engañado por mis emociones. Vi una mano agitarse en el fondo, no dije nada, volví a apartar la vista y me senté, estaba demasiado conmovido, de hecho había sido demasiada adrenalina y emociones en un solo dia. Recuperé la compostura y respondí el saludo.

Al sacarles del pozo, me comentaron que cuando esa cueva me succionó, me dieron por muerto, pero luego ellos también fueron succionados por una corriente diferente que los dejo en un lugar cerca del pozo, así que en lugar de buscar la salida decidieron esperar en el pozo hasta que alguien pasara, no se podían creer que era yo, hasta lo dudaron cuando me vieron.

No puedo negar que la experiencia en aquel lugar fue lo mas extremo que habíamos hecho, pero el nivel de riesgo sobrepaso nuestras expectativas.

Regresamos después a la casa del anciano, este aún seguía en cama, cuando nos vió su cara se volvió a iluminar, nos preguntó si habíamos encontrado algo, sin decir palabras le entregue aquello que había encontrado, era un enorme colmillo, unas tres pulgadas de largo y de perfil aplanado, aquel hombre lo sostuvo, como si fuera un dulce, un juguete, un premio, se sentó en la cama y con lagrimas en los ojos empezó a reír mientras lo enseñaba a aquellos que le acompañaban, nos dio las gracias de tantas formas que ya ni las recuerdo. Sintiéndonos satisfechos con nuestra obra salimos del lugar.

Hoy en día, cada vez que voy a la playa o me dirijo al aeropuerto tengo que pasar cerca de Valiente y es casi inevitable que los recuerdos de aquella experiencia asalten mi mente y no les niego, aún tengo mis dudas sobre el origen de aquel colmillo.






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