¿Qué por que escribo?



Nunca me han hecho esta pregunta, pero me dio con dar la respuesta por adelantado.

Cuando tenía nueve años tuve mi primer Nintendo, ese no era mi primer rose con los videojuegos, pero si la primera vez que podía jugarlos en la tranquilidad de mi casa. Como todos, super Mario se volvió mi héroe, quién me llevaba a fuerza de saltos por aquellos mundos de ocho bits, la historia era simple y no necesitaba de mucha explicación, el manual que venía con el cartucho se enfocaba más en enseñar los controles que en abundar detalles sobre el juego.  Al pasar el tiempo fueron saliendo videojuegos cada vez mas complejos. Pero hubieron tres en particular que expandieron mi mente.

El primero fue Willow, un RPG basado en la película del mismo nombre, donde manejábamos a un
valeroso enano aprendiz de mago en su cruzada por restaurar la paz a su mundo, no habían muchos puzzles que digamos, el juego era bastante lineal, lo interesante es que había una historia de por medio, una que hizo que el diccionario de ingles—español estuviera siempre al lado del televisor.

El segundo fue el primer Metal Gear, un juego de sabotaje e infiltración que rompía el esquema de "mata todo lo que se mueva" y te obligaba a usar el cerebro, antes de que te dieras cuenta estabas sumergido en una gran historia.

Pero el juego que marcó un antes y un después fue la trilogía original de Ninja Gaiden. La escena del duelo al comienzo era emocionante, pero al pasar el primer nivel te das cuenta de que derrotar a cada jefe te recompensa con otro fragmento de una historia que se volvía cada vez más y más interesante, el juego es muy difícil, pero el deseo de saber que venía después me mantenía intentando una y otra vez. Cuando terminé la trilogía me quedo esa sensación de "¿Y ahora que hago con mi vida?" Entonces mi primo Edwin me prestó una vieja novela de ciencia ficción de la que me había estado hablando.

El Invasor del Tiempo, de Harry Harrison (Stainless Steel Rat Saves the world) que narra las aventuras en el tiempo de Jim Bolívar Digriz, una especie de James Bond de sombrero gris que viaja al pasado para salvar su presente, mi mente se expandió aún mas, amé recorrer aquéllas páginas amarillentas que me transportaron por el espacio-tiempo. Y al terminar, simplemente quería mas de eso, quería mas de esas emociones, la intriga, la incertidumbre, quería mas de esas experiencias, quería mas de meterme en los zapatos de un héroe y vivir increíbles aventuras. Luego leí Ciudadano de la Galaxia y otro episodio mas de las aventuras de DiGriz.

Y por raro que pudiera sonar mi otra lectura intensa me tomó un año y fue la Biblia, si bien hay partes que son bien aburridas, como las genealogías, la Biblia condensa casi todos los tipos de lectura que existen, tiene batallas épicas, romance, drama, traición y hasta su poco de horror. Luego conocí las letras de Frank Pereti en: Esta Patente Oscuridad y Penetrando en la Oscuridad. Dos novelas de luchas épicas entre ángeles y demonios. Siempre que leía era inevitable pensar en como yo hubiera descrito esta o la otra situación, siempre pensaba en mi propia versión de lo que estuviera leyendo.

Y así, ya con trece años cumplidos escribí mi primera historia, no era mucho pero me sentía muy orgulloso de ella, tanto que la mostré a algunos amigos y a todos les encantó, motivado por sus respuestas, seguí escribiendo, impulsado por el pensamiento de como reaccionarían la próxima vez, volví a pasarles los cuadernos llenos de ideas locas pero divertidas y la respuesta seguía siendo positiva. Definitivamente quería seguir escribiendo.

La escritura me permitía expresarme de una manera distinta, empecé a combinar mis ratos de escribir
con música instrumental, la mezcla fue genial, la música armonizaba con lo que sucedía en mi miente mientras escribía, así como la banda sonora en una película aumenta las emociones en cada escena. A partir de ahí siempre he tenido música clasificada según lo que pienso escribir.

Los momentos que mas disfruto es cuándo tengo tiempo para escribir, mis pies descalzos, audífonos
con la música adecuada, mi taza de te, podría pasar todo el día escribiendo así. Aunque tuve muchos momentos, a veces de años, en los que no escribía para nada, la inspiraciones nunca faltaban y las ideas quedaban pululando en mi cabeza esperando pacientemente a ser plasmadas en forma de letras. En ocaciones me ha tocado escribir guiones para pequeñas dramatizaciones, para la escuela en la que estudiaba y para la Iglesia. Eso también resultó ser muy divertido, escribir diálogos y situaciones y luego ver personas actuando eso que creaste.  Y entonces recibir la aprobación del público, eso no tiene precio, si, así mismo como el anuncio de la tarjeta de crédito.


La inspiración puede venir de cualquier cosa, de hecho, cientos de sucesos interesantes pasan a
nuestro alrededor todos los días y muchos de estos generan ideas instantáneas. La hoja de un árbol
que flota libremente para aterrizar, como si tuviera voluntad propia, en el vaso desechable que por alguna razón alguien dejó en la palabra del autobús. Una persona que camina entre una multitud y su modo de andar parece curioso, el bebé que sonríe mirando por encima de ti como si hubiera algo que no puedes ver haciéndole gracia, el perrito que juega con una cucaracha que atrapó y te imaginas que para el insecto el juego del perro es el ataque de una bestia gigante. Lo que sueñas, lo que vives, lo que sientes, a quienes amas, lo que detestas, todo puede ser una fuente de inspiración, solo tienes que mirar a tu alrededor con ojos diferentes, con ojos de niño, con ojos de curioso, con ojos de investigador y preguntarte: ¿Y que tal si...?

Amo escribir, amo contar historias y crear situaciones que te hagan al lector sacar conclusiones, que le hagan reír, le hagan enojar, sentir satisfacción, que le dejen pensando en otros posibles desenlaces, que lo dejen esperando por algo más.

Amo la escritura y creo qué seguiré creando y escribiendo mientras mis capacidades me lo permitan quizás haya personas que nunca lleguen a saber quien soy, pero para aquellos que de una forma u otra se han topado conmigo, espero poder satisfacer sus espectativas como escritor.




Mi mayor compromiso al escribir es conmigo, escribir es parte de mi vida, porque como ya he dicho, cuando escribo dejo esparcidas por la vida partes de quien soy. Así cuando muera no todo se ira conmigo.

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