El Bosque

La tarde empezaba a morir, en sus últimos despliegues luminosos las nubes se teñían de rojo y naranja al compás de una fría brisa. Entre las verdes colinas yo me dirigía por el viejo camino a casa de mis padres, por aquel camino, un camino que para mi existía desde la creación, un camino que no dejaba de traer a mi mente gratos recuerdos de los días de mi infancia, recuerdos de tardes frescas, paseando de la mano de mi madre y observando el elegante porte señorial de mi padre y pensando que algún día sería como él, pero esos recuerdos hermosos se opacaban cada vez que un bache en el camino hacia saltar mi camioneta, había tenido problemas con las luces y trataba de aprovechar al máximo la poca claridad que aún podía percibir, llegaría a casa ya a oscuras pero a tiempo para la cena.

Las estrellas comenzaron a aparecer como distantes luciérnagas en el eterno negro de la noche, los arboles susurraban con sus hojas sonidos que respondían al viento frió del otoño…muy frió para ser otoño. Mi marcha se detuvo de súbito, cuando algo estalló en el motor, abrigándome tomé una linterna y me dispuse a revisar el desperfecto, por desgracia para mi no se podía reparar, una importante correa se había roto, así que tendría que terminar el recorrido a pie, estaba como a quince o veinte minutos de la casa, así que cerrando mi transporte empecé a caminar, luego de unos pasos un sonido atrajo mi atención. 

Unos árboles de flamboyán cuyas vainas secas parecían armonizar a ritmo de maracas con el soplido del viento, entonces pensé que sería mejor cortar camino atravesando por el bosque, eso debía ahorrarme unos diez minutos, me salí del pedregoso camino para entrar en aquella fortaleza vegetal, tan pronto di mis primeros pasos un recuerdo borroso llegó a mi mente, era la pequeña figura de mi niñez huyendo atemorizado, pero era un recuerdo tan vago que no sabía diferenciar de lo que se trataba, sonreí y pensé que me estaba acobardando, haciendo acopio de mi sano y maduro juicio seguí mi trayecto ayudado por la linterna.

Sin embargo ese raro recuerdo venía a mi mente una y otra vez, por más que trataba de apartarlo de mi volvía con increíble insistencia, de pronto empecé a escuchar pisadas muy cercanas, me detuve, rápidamente eche un vistazo, pero no vi nada, continué mi marcha y a los pocos segundos volví a escuchar las pisadas, me detuve, di vuelta rápidamente pero no había nada, inicié mi caminata de nuevo, esta vez con mas lentitud, entonces fue cuando me di cuenta de que eran mis propias pisadas, el sonido de mi gabardina rozando con mi pantalón las hojas secas y ramitas que levantaba con cada paso, producían un sonido que representaba con mucha exactitud mis pisadas, me sonreí al darme cuenta de esto.

-Tan grande y asustándote con tus propias pisadas.- dije en alta voz.

Sin embargo luego de esta afirmación empecé a escuchar las mismas pisadas, pero esta vez yo no estaba caminando, dirigí la linterna en la dirección de donde provenía el sonido, pero este rápidamente se cambiaba de lugar, a mi derecha, a mi izquierda, de frente, cada vez mas y más cerca, una vez mas ese aterrador recuerdo llegó a mi mente haciéndome sentir un pánico terrible, empecé a correr como un loco.

Las pisadas que me perseguían se tornaron en una presurosa carrera, conocía aquel bosque perfectamente y sabía que luego de subir aquella cuesta en donde estaba saldría de este y podría ver la casa de mis padres, pero para mi espanto al regresar al nivel del terreno, no vi la casa y lo peor,  me encontré  en un bosque aún mayor que en el que me encontraba, como un relámpago aquel vago recuerdo llegó una vez mas a mi mente, esta vez el recuerdo era completo y bien claro, recordé porque corría pidiendo auxilio, porque en aquel recuerdo de mi infancia el horror hacia presa de mi, huía de algo, un sonido que me perseguía, un sonido que a medida que avanzaba todo a su alrededor cambiaba, algo que aunque no podía verlo su malévola presencia se dejaba sentir en todo el lugar.

Mientras trataba de controlar mis emociones para poder orientarme, algo parecido a una carcajada sonó bajo la tierra proyectándose hacía donde yo estaba, luego se detuvo bajo mis pies, iluminaba con espanto la tierra mientras esta se movía como si fuera las olas de un embravecido mar, una vez mas empezé a correr, no tenía ni la más mínima idea de hacia donde me dirigía pero no quería quedarme parado en ningún lugar, mientras corría sentía que los árboles se movían para tratar de detenerme, sentía que sus ramas se tornaban en garras enormes que perseguían la forma de detenerme, que sus raíces se elevaban sobre la tierra para obstaculizar mi avance, sentía que cada vegetal viviente en ese bosque estaba en mi contra.

Un sonido como el murmullo de miles de personas se aproximaba hacía mi, a su paso una tenue luz de color verduzco salía de la tierra acompañada de una inusual neblina, mi condición física se ponía a prueba al tratar de escapar de aquello que me perseguía, aquel bosque que decía que conocía  como la palma de mi mano se había tornado en un mar infinito de vegetación del cual no podía escapar me sentía como si estuviese atrapado en una pesadilla de mi infancia, aquello que me perseguía estaba cada vez mas cerca, sentía menos espacio para moverme, simplemente estaba atrapado, en mi mente se había formado un shock entre mi extraña realidad y los recuerdos de mi infancia, estando ya sumergido en el mas profundo terror, un recuerdo mas llegó a mi mente, el recuerdo de haber encontrado a mi padre en medio de aquel cuadro de horror que enfrento mi infancia y de escucharle decir estas palabras:

-Si no te enfrentas a tus temores, vivirás toda tu vida siendo perseguido por ellos.

Mis temores, eso explicaba mi situación cuando pequeño nunca quise enfrentar mis temores y estos ahora se revertían contra mi, conocía el bosque perfectamente, pero hacía muchos años que había dejado de entrar en el por lo incómodo que me hacía sentir.

Ahora solo había una sola cosa que podía hacer, enfrentarme a aquello que me perseguía, enfrentarme a mis antiguos temores, cambié de dirección en busca de algo que había guardado cuando niño en la base del árbol mas grande de aquel lugar, aunque aquel lugar había cambiado de forma, el roble mas viejo y grande dpermanecía en el mismo sitio, en un hueco de su tallo encontré lo que buscaba, estaba vieja y oxidada pero aún estaba ahí, una vieja veleta de hierro forjado que estuvo en el pináculo de la iglesia local durante muchos años, hasta que en una tormenta un rayo la derribó. Yo la tomé y la escondí en aquel bosque para luego usarla en mis juegos como el arma de un valeroso caballero.

En aquellos días era muy pesada para mi, esa noche resulto ser perfecta, me di la vuelta mientras observaba las manifestaciones de aquel ruido que me perseguía, las luces, las tinieblas, los árboles que se deformaban a su paso, se detuvo frente a mi, cada uno de los elementos con los que se manifestaba se unieron formando la cabeza de un ser en verdad grotesco y asqueante, cuyos ojos solo infundían terror, sentí pánico por unos segundos mientras la vieja veleta en mis manos temblaba, cerrando mis ojos por unos segundos traté de calmarme, apreté con fuerzas el implemento punzante y con voz firme me dirigí hacia aquella criatura que mis propios temores habían generado.

-¡¡Ya estoy cansado de ti, ya no te tengo miedo y acabaré contigo ahora mismo!!

El extraño ser frente a mi lanzó una gruñido intimidante pero eso solo aumento la furia en la que se había transformado mi miedo.

-No tienes el valor para vencerme, solo eres un niño asustado.- Resopló aquel espectral ser.

Al decir estas palabras aquella criatura empezó a infundir una vez mas toda clase de temores y pensamientos en mi mente, de nuevo el miedo trató de apoderarse de mi, pero lo resistí concentrándome en vencer aquellas emociones.

-¡No te tengo miedo!.-Grite mientras adoptaba de nuevo posición de combate.
-¡No tienes la fuerza para vencerme, solo eres un niño!.-Agregó aquel ser.

Al decir estas palabras, sentí que todo a mi alrededor empezaba a agrandarse, los árboles, las rocas, todos se hacía mas grande. ¡No!

No era así, yo me estaba haciendo pequeño, sentía como la ropa empezaba a quedarme grande, veía como mis manos se hacían pequeñas, la veleta que hasta hace unos instantes sostenía sin problemas se hacía pesada, me estaba volviendo un niño.

La situación se tornaba difícil, con mis condiciones reducidas mi vulnerabilidad aumentó, los árboles a mi alrededor empezaron a moverse hacia mi en forma amenazante, solté la veleta y echándome en el suelo empecé a llorar, estaba demasiado atemorizado como para tratar de hacer algo y solo esperaba la muerte, pero en medio de este shock escuche una voz familiar.

-Jimmy……Jimmy……
-¿Mamá?.- Musité.
-Jimmy hijo, es tarde ven a cenar.
-¡Mamá!.

Al levantar la vista en medio de los agresores que sobre mi caían vi un recuerdo de los mas gratos que en mi mente se guardaban, era yo, corriendo a los brazos de mi madre luego de toda una tarde de jugar a que defendía el bosque de los monstruos, monstruos que solo existían en mi imaginación. 

Entonces dirigí mi mirada hacia mis agresores y me di cuenta de que cada una de las formas que los árboles habían tomado habían nacido de mi infante imaginación.

-Yo ya los vencí.-Musité.

Comencé a recordar cada uno de aquellos monstruos y los días en que les vencí en la misma mente en la que habían sido creados.

-¡Yo ya los vencí!.- Grite mientras me ponía en pies

Los árboles empezaron a tomar sus formas originales al tiempo en que regresaban a sus lugares
Tomé en mis manos la pesada veleta y dirigí mi mirada hacia el espectro que infundía aquellos temores.

-No me importa si soy un niño, solo se que nunca mas me vas a volver a asustar.
-No puedes vencerme.-Dijo aquel ser.
-Eso lo veremos.

Concentre mis emociones en un solo propósito, acabar de una vez y por todas con mis temores de infancia, mientras hacía esto, comencé a recuperar mi tamaño y edad iniciales, ya como adulto apunté la veleta hacía el grotesco ser frente a mi, el cual solo gruñía tratando una vez mas de intimidarme.

-¡Vete al infierno!.-Grite mientras lanzaba la veleta como lanza contra mi opresor.

Cuando el punzante objeto lo impacto fue como si hubiera golpeado contra una superficie gelatinosa, se formó un vortice en el lugar del impacto y tanto aquella criatura como los espectros y luces a su alrededor fueron absorbidos hacia el infinito hasta que desaparecieron del lugar, me quedé parado en silencio unos segundos, luego me sonreí.

Empecé a caminar en busca de la salida, no había dado ni diez pasos cuando escuche un sonido extraño, me di la vuelta y vi que el vortice que se había formado se estaba revertiendo en forma amenazante, concentrado lo que parecía ser una gran cantidad de energía. De forma inesperada aquel espectáculo de luces y colores hizo explosión, solo pude cubrirme el rostro con las manos mientras sentía una lluvia fría acompañada de miles de hojas empujarme por los aires con fuerza huracanada, todo quedó en un oscuro silencio.

-¿Jimmy?…….¿Jimmy estas bien?

Al escuchar estas palabras abrí los ojos con lentitud, me encontraba tirado en medio del bosque cubierto de hojas, un grupo de amigos y mis padres me rodeaban.

-¿Puedes levantarte?.- Intervino mi mamá.
-Eso creo.

Con ayuda logré incorporarme y dar algunos pasos, sentí los rayos del sol filtrarse entre las ramas de los árboles, mientras que un pájaro carpintero en la distancia taladraba el tronco de un árbol.

-¿Qué hora es?.
-Las siete de la mañana.
-¿¡Qué!?.
-Las siete, hemos pasado toda la noche buscándote, encontramos tu camioneta en el camino, nos preocupamos al ver que nunca llegaste ni respondiste ninguna llamada.- Agrego mi papá.
-¿Jimmy que te paso, que hacías aquí tirado, donde estuviste toda la noche?
Con una sutil sonrisa en mi rostro y expresión de ironía en mis palabras respondí
-Lo de siempre mamá, defendiendo el bosque de los monstruos.

Comentarios

Entradas populares