Las Crónicas de Access Denied. El Valle Encantado

El alba lanzaba sus primeros rayos entre nubes matinales, la densa neblina empezaba a disiparse mientras que inquietos pajarillos iniciaban sus primeros vuelos en la mañana de aquel viernes. Mis compañeros y yo habíamos tratado de dormir durante aquel trayecto de dos horas y media, sabíamos que nos esperaría un día de mucha actividad y que teníamos que aprovechar al máximo todo posible descanso. Como a eso de las ocho y media llegamos a nuestro destino, La Vega, descendimos del autobús y tomando nuestras voluminosas mochilas, empezamos a caminar, sabíamos a donde queríamos ir pero no como llegar, así que preguntamos a algunos lugareños.

Caminamos por un rato en una de las calles principales del pueblo, a mi derecha Gilberto Filpo, compañero de aventuras, amante de los deportes extremos y uno de los últimos miembros del grupo Acces Denied, a mi izquierda, Edwin del Rosario, mi primo, un tipo emprendedor que con la adecuada motivación es capaz de enfrascarse en cualquier aventura por peligrosa que esta sea. Y por supuesto yo, Roddy Castillo uno de los precursores del grupo inicial y el responsable de obtener la debida información sobre cada viaje para reportarlo a nuestro patrocinador.

Nos detuvimos en un supermercado para comprar las provisiones necesarias y de paso comer algo luego nos dirigirnos al lugar cuyas leyendas despertaron nuestro interés: El Valle Encantado.
A bordo de una camioneta llegamos hasta un valle famoso por haber sido victima de un terremoto de hundimiento hace unos 300 años, el valle de La Vega Vieja, poblado de los restos de lo que en antaño fue la ciudad de La Vega. Luego de tomar algunas fotos del lugar y conseguir algunos datos utilizamos el servicio de algunos motociclistas del servicio público o motoconchos para trasladarnos hasta un puesto de guardia que es lo mas lejos que se podia llegar en estos transportes.
Al llegar al puesto de guardia fuimos recibidos no con muy buenos ánimos.

-¿¡Que quieren!?. Gritó un uniformado en forma amenazante.
-Saludos, estamos buscando el camino para llegar al Valle Encantado.
-¿¡El valle encantado!?…..¿Qué van a buscar a ese sitio?
-Trabajamos para una página de Internet y nos enviaron a conseguir fotos del lugar.-Intervino Gilberto.
-¿Pero ustedes saben que eso es bastante lejos?.
-Lo sabemos y estamos preparados.

Aquel militar lanza una carcajada.

-¡Ustedes no están muy bien del juicio! ¿verdad?!
-¿Por qué lo dice?
-¿Acaso no saben que nadie va ahí porque pasan cosas extrañas?
-Eso nos han dicho y es precisamente por eso que queremos ver ese sitio.

El hombre lanza otra carcajada.

-Bueno, ustedes sabrán. ¡Felipe!

Un hombre, un tanto más mayor que aquel con el que hablábamos salió de la caseta de guardia.

-Felipe estos tipos quieren saber como llegar al valle encantado.
-¿Están seguros que quieren ir a ese sitio?
-Ya yo les dije que es lo que pasa ahí, pero ellos insisten en que quieren ir.-Intervino el otro uniformado.
-Yo espero que sepan lo que están  haciendo.
-Estamos muy seguros.-Replicó Edwin.
-Bueno, sigan derecho por ese camino, cuando el camino se desvía a la izquierda ustedes sigan recto y se meten en un bosque que esta lleno de arboles de naranja agria y jabillas, después van a tener que pasar varias lomas, sigan caminado…

El Hombre hace una pausa, toma aire, mientras que en su mirada se nota un brillo misterioso, como si el dar aquellas indicaciones trajera a su mente algunos recuerdos brumosos.

—…Hasta que vean unas piedras como de este alto (Hace una señal extendiendo su brazo) sigan derecho y van a ver unas piedras grandes de mármol negro, altas como una casa de dos pisos,  ahí veran una grieta por la que se puede pasar, rodearlas solo les tomaría mas tiempo, sigan hasta que vean un arroyo,  podrán ver el valle desde una barranca que esta ahí mismo.

-¿Usted ya estuvo ahí?.Pregunté.

Aquel hombre voltea su mirada hacia mí, con ese mismo aspecto misterioso en sus ojos.

-Será mejor que se vayan ahora, si se dan prisa llegaran antes de que se haga de noche.
-Sí, gracias.

Iniciamos nuestro recorrido según las indicaciones de aquel guardia, lo que se le olvido mencionarnos era que tendríamos que enfrentarnos a una espesa vegetación de bejucos y matas de campeche llenas de espinas, que las lomas eran parte de una cuesta empinada en la ladera de una montaña y que el recorrido total tenía casi veinte kilómetros.
Avanzamos a filo de machete entre los montes, matando mosquitos, esquivando avispas y sorteando otros obstáculos como árboles caidos, lodazales y depresiones en el terreno. La tarde ya empezaba a declinar cuando encontramos las enormes murallas de mármol negro, la brecha por donde teníamos que pasar era tan estrecha que tuvimos que quitarnos las mochilas para poder cruzar, no muy lejos de allí vimos el arroyo y más adelante una pendiente desde donde pudimos observar el famoso valle, tomanos un par de fotos del lugar antes de comenzar nuestro descenso.

Era impresionante, el valle resulto ser un cañon, estar en el fondo daba la sensación de estar en un lugar salido de un cuento, nos parecía extraño que ninguna de los datos topográficos que habíamos revisado lo mostrara como realmente es, en fin, bajamos hasta la parte llana y allí rápidamente desplegamos nuestra tienda de campaña y el resto de nuestros utensilios, ya la noche empezaba a caer así que nos limitamos a cenar algo y coordinar nuestras actividades para el día siguiente.

Por lo profundo de este lugar el sol tardó un poco más de lo usual en alcanzarnos y con el cansancio de nuestro viaje terminamos levantándonos un poco tarde, iniciamos nuestros recorridos tomando fotos y explorando algunas cuevas que encontramos en el lugar, en las cuales descubrimos gran cantidad de pictografías tainas y restos de antiguos utensilios de piedra y madera, aparentemente habíamos sido los primeros en visitar aquellos parajes desde hacia ya mucho tiempo.

De un lado teníamos la cordillera central del otro una serie de elevaciones de roca caliza y mármol, el lugar poseía una tupida vegetación en su mayoría de plantas endémicas, incluso tuvimos la oportunidad de ver un solenodonte, mientras más tiempo pasábamos en aquel hermoso lugar, más satisfechos nos sentíamos por el esfuerzo para llegar hasta ahí, pero también se generaron una serie de interrogantes en nuestras cabezas, si el sitio era tan hermoso y apacible, ¿Por qué no era más visitado por excursionistas? ¿Y porque tanto misterio en torno a aquel lugar? Para nosotros no tenía nada de raro.

Ya al caer la noche dejamos la mayoría de nuestros enceres preparados para partir, luego de cenar nos dispusimos a dormir, no se escuchaba más que el sonido de los grillos en la distancia, en ocasiones hasta me parecía escuchar el aletear de alguna mariposa nocturna, el lugar estaba lleno de un silencio que en pocas ocasiones se puede apreciar, ya cuando el sueño empezaba a hacer presa de nosotros escuchamos un ruido, hojas secas que eran pisadas por algo.

-¿Oyeron eso?
-Si, quizás sea algún ratón u otro solenodonte.-Agregó mi primo.
-Debe ser.

Sin embargo el sonido se repitió, esta vez sonó mas claro y definido, eran los pasos de una persona arrastrando algo.

-Señores, creo que no estamos solos.

El primer pensamiento que nos llegó a la mente fue que estábamos siendo victimas de un robo por parte de alguien que nos estuvo siguiendo, así que nos armamos de lo que teníamos a mano, los machetes y nuestros cuchillos de caza, con sigilo nos deslizamos hacía fuera de la tienda, llevábamos linternas que permanecieron apagadas mientras esperamos en la oscuridad.

-Señores creo quien haya sido debió darse cuenta de que estábamos despiertos.-Musito Gilberto
-Si pero no creo que ese o esos estén muy lejos así que estemos alerta.- Agregué

Regresamos a la tienda, pero dejamos todo preparado para una rápida salida en caso de que él susodicho visitante regresara. Pasaron un par de horas, ya pensábamos que el intruso no regresaría entonces escuchamos de nuevo el mismo ruido, esperamos que se acercara lo bastante como para sorprenderlo. No queríamos intercambiar ninguna palabra para no espantar al ratero pero estaba demasiado oscuro como para hacernos alguna señal, así que todo dependía de nuestra coordinación, esperamos hasta que estaba parado exactamente frente a la tienda, entonces salimos.

-¡¡¡¡AAAAHHHHHHGGGGGG!!!!!…-Gritamos a una lanzándonos como fieras sobre…. Nada???!!!
-¿Adónde se fue?.- Pregunto Edwin

Justo en ese momento escuchamos como si algo muy pesado cayera desde una gran altura, justo detrás de la tienda de campaña. Encendimos nuestras linternas e iniciamos una persecución aparatosa en medio de espesos matorrales, quien estaba delante de nosotros era bastante rápido ya que solo podíamos ver el movimiento de los arbustos que dejaba detrás de su veloz carrera, luego de un rato de avanzar a machetazos perdimos el rastro, definitivamente era demasiado rápido o estaba acostumbrado a andar por estos lugares.

Regresamos a nuestro campamento e ideamos un plan, nos subimos en unos árboles cercanos a nuestra tienda con la intención de emboscar a ese elemento que se había propuesto no dejarnos dormir, esperamos en la oscuridad por un buen espacio de tiempo sin ningún cambio, cuando ya empezaba a aburrirme me sucedió algo que creo que nunca podré olvidar, repentinamente empecé a sentir una respiración brusca y pestilente detrás de mí, no solo eso, podía sentir que lo que producía esa respiración era bastante grande, mi pulso se aceleró, a pesar del frió que hacía, empecé a sudar, lentamente desenvaine el cuchillo en mi cintura y lo empuñe con fuerza acercándolo a mi pecho para tratar de disimular mis intenciones, la adrenalina fluía con rapidez en mis venas, todo mi ser estaba tenso, esperando hasta el ultimo segundo para atacar.

Con un veloz giro dirigí la mortal daga hacia donde pensé estaba mi agresor, el cuchillo se clavó en el árbol y yo por la fuerza de aquel golpe caí de la rama donde estaba.

-¡Esta aquí!.-Gritaba mientras me incorporaba.

Mis compañeros encendieron sus linternas hacia donde yo estaba.

-¡Rod que paso!
-¡¡Estaba conmigo en este árbol, estaba arriba y no lo sentí llegar!!!

En esto un sonido se escucho cerca de la tienda.

-¡Ahí esta!.-Gritó Gilberto mientras se lanzaba del árbol e iniciaba una alocada persecución a la que mi primo y yo nos unimos.

Gilberto parecía que le iba a dar alcance, pero de repente chocó contra algo que lo hizo rebotar hasta donde estábamos.

-¿Que pasó?
-Eso quisiera yo saber, estaba a punto de alcanzarlo y de repente algo se atravesó en mi camino lo más interesante es que no lo vi.

Cuando iluminamos el sitio donde Gilberto había chocado no vimos nada.

-Doktor seguro que chocó contra algo. Ahí no hay nada.
-¿¡Que!?, Estoy seguro de que choqué contra algo y estaba justo ahí.
-Quizás té tropezaste.-Intervino Edwin
-¡¡No!!, Mi nombre es Gilberto Filpo y sé que choqué contra algo justo en este lugar.- Decía mi compañero mientras se paraba en el sitio exacto donde se había impactado.
-Señores, creo que tenemos un caso más serio de lo que pensábamos.-Agregó mi primo con denotada seriedad.
-Y les voy a decir algo, no creo que eso sea una persona.-Agregué para terminar con aquel cuadro de suspenso.

Dada la peligrosidad de nuestra situación era menester que nos equiparamos mejor para el encuentro con aquel visitante inesperado, utilizando algunas de las herramientas de las que disponíamos convertí nuestra estufa portátil de propano en un pequeño lanzallamas que poseía un rango de alcance de unos dos metros, de nuestro equipo de emergencias mis compañeros tomaron un par de pistolas de bengalas, un artefacto muy útil cuando se quiere ser visto y que a corta distancia puede ser letal. 
Recogimos todos nuestros enceres en nuestras mochilas y dejamos todo listo para evacuar el lugar si las cosas se ponían difíciles. Luego colocamos una serie de líneas de hilo para pescar en todo el lugar a modo de trampas de manera tal que nada se acercara a nosotros sin toparse con uno de estos hilos y provocar ruido con algunos de los objetos metálicos a los cuales estaban atados.

Una vez mas esperamos en la oscuridad en silencio, ubicados en lo que a nuestro parecer fueron los mejores lugares para escondernos.
…Esperamos…
   …Esperamos…
      ...Esperamos…
Ya el sueño empezaba a vencernos y llegamos a creer que nuestro desagradable visitante no regresaría, sin embargo, una de nuestras improvisadas trampas nos alerto de que había vuelto, escuchábamos como el ruido del metal contra el metal rompía el silencio de aquella noche, alertas esperábamos ver nuestro objetivo para atacarlo, pero de repente, desde otro punto otra de las telarañas de hilo para pesca, nos dio a entender que había mas de un intruso, en medio de la penumbra vi como mi primo se daba vuelta hacia la nueva dirección de donde parecía venir el peligro, yo permanecí alerta para ver quien de mis dos compañeros necesitaría mas ayuda. En medio de este momento de suspenso una tercera señal ruidosa se escucho a mis espaldas, rápidamente me di la vuelta y empecé a retroceder hacia el centro del campamento, mis colegas trataban de hacerme señales, pero la oscuridad no me permitía distinguir bien que mensaje querían transmitir, poco a poco los tres nos reunimos en el centro, con cada minuto que pasaba una nueva señal ruidosa sé agregaba.

-¡Rayos!..¿Cuántos serán realmente?..
-¡¿Por qué no atacan de una vez?!
-Vamos, vamos, salgan mal nacidos.

Estuvimos en aquel instante como unos tres minutos, una mezcla de incertidumbre con miedo embargaba nuestros cuerpos, un sudor frió corría por mi rostro, mi mente empezaba a generar toda clase de pensamientos absurdos sobre nuestra situación, con grandes esfuerzos trataba de no perder la concentración, podía ver la mano temblorosa de mi primo empuñar con fuerza la pistola de bengalas, había determinación en la expresión de su rostro difuminado por la oscuridad, del otro lado Gilberto se cambia la pistola de una mano a otra, secando de su pantalón el sudor que se acumulaba en la misma. Los tres estábamos asustados, en nuestras aventuras habíamos enfrentado toda clase de retos, habíamos saltado de puentes, explorado cuevas, navegado en rápidos, volado en parapente, escalado en roca, nos habiamos topados con situaciones y persoans realmente extrañas, pero esto empezaba a superaba todo, el ambiente se sentía pesado, la adrenalina se podía sentir en el aire, hasta me parecía que nuestros agresores lo podían sentir y por eso nos habían sumergido en esta extraña e inusual situación.

Aquel momento pareció eterno, el ruido a nuestro alrededor y el aleatorio movimiento de algunos arbustos, nos estaba desesperando, esta desesperación parece haber llegado al límite en Gilberto el cuál con un grito comenzó a disparar bengalas hacía la oscuridad, mi primo y yo nos unimos a su desenfreno, avanzando entre arbustos a filo de machete e incendiando todo a nuestro alrededor, pero como las veces anteriores no encontramos a nadie o mas bien a nada.

-¡Salgan malditos!.-Grité en medio de los ardientes arbustos.
-Esto esta mal, muy mal.-Musitó mi primo.

Permanecimos unos instantes en medio de aquellas llamas, luego tuvimos que movernos para evitar quemarnos, regresamos a nuestro punto de origen y descubrimos algo inesperado. Nos quedamos petrificados, suspendidos entre un segundo y otro del tiempo, alguien, algo revisaba de forma violenta una de nuestras mochilas.

Aquel ser humanoide tenía como dos metros de alto, de complexión física robusta, el extraño ser continuó desgarrando la mochila hasta que encontró lo que tanto le atraía, comida. Aparentemente había venido atraído por el olor de la comida, no fue sino hasta este instante cuando advirtió nuestra presencia, sus ojos brillaban en la oscuridad como si fueran los ojos de un felino, en ese momento no hubo palabras entre nosotros, todos sentíamos lo mismo, un temor que calaba en nuestros huesos, con lentitud Gilberto comenzó a iluminar el cuerpo de aquel ser desde abajo hacia arriba, estaba cubierto de largos vellos, no tanto como si fuera un animal, ya que se alcanzaba a distinguir el color de su piel mestiza, aquel ser se mantuvo atento a nuestros minúsculos movimientos, traté de mover mi improvisado lanzallamas en dirección a aquella criatura, este movimiento la inquieto y la hizo dar unos pasos hacia atrás, de una forma inusual, sus rodillas, podían flexionarse hacía atrás con la misma facilidad con la que se flexionaban hacía adelante, esto le permitía retroceder con gran rapidez.

Volvimos a quedarnos inmóviles mientras que Gilberto seguía iluminando aquel ser, justo cuando iba a dirigir la luz hacia su cara, otra de estas criaturas, de menor tamaño y complexión física, saltó de la oscuridad, Edwin se espantó y disparó contra aquella criatura la ultima de sus bengalas, lo que provocó una reacción agresiva en la que teníamos al frente la que de un solo golpe nos derribó a los tres, luego se dirigió a su homólogo y le ayudo a incorporarse animándole y cubriendo con sus manos en un intento de aliviar la quemadura provocada por el impacto de la bengala, luego lanzó un grito extraño, primitivo y ensordecedor, un gruñido que sonaba mas humano que animal, este fue respondido a la distancia por otros tantos similares, luego, con sus ojos clavados en nosotros y caminando hacia atrás desaparecieron en la oscuridad.

-Señores tenemos que irnos de aquí.-Musito Gilberto con su mirada un tanto perdida.
-Doktor , usted sabe que con esta oscuridad sería muy riesgoso intentarlo y más con esas cosas andando por ahí.-Respondí
-Solo faltan dos horas para que comience a salir el sol, propongo que montemos guardia hasta entoces y desde que comience a aclarar salgamos corriendo de aquí.-Intervino Edwin.

Accediendo a la proposición de mi primo nos sentamos en el suelo en medio de aquel lugar, nos reclinamos espalda contra espalda para así cubrir visualmente toda el área que nos rodeaba y esperar tratando de no dormirnos.

Con los primeros rayos del sol y caminado entre aquella suave neblina matinal, nos dirigíamos presurosos hacía la civilización, no intercambiamos ningún tipo de palabras en todo el trayecto, cuando llegamos al puesto de guardia pasamos de largo. Ya a cierta distancia una voz nos hizo detenernos.

-¿Encontraron lo que estaban buscando?

Cuando nos dimos vuelta se trataba de uno de los militares, él mas viejo, el que nos dio las indicaciones de cómo llegar al valle.

-Eh…Si, si conseguimos lo que buscábamos.-Respondí
-¿No tuvieron problemas?
-No, todo salió bien.
-Se me olvidó decirles que cuando se fueran a dormir dejaran algo de comida en el suelo para que los animales del monte tomaran lo que quisieran y se fueran sin molestarles.-Agregó aquel hombre en tono sarcástico y luego lanzando una carcajada regresó al puesto de guardia.

Nos miramos con cierto asombro y continuamos nuestro camino hacia la ciudad de La Vega.
Ya a bordo del autobús conseguimos dormir un poco, no me atrevo a decir que fue lo que encontramos en aquel valle ni a sacar conjeturas sobre lo que nos paso, es mejor así, quizás si lo hacemos un montón de curiosos se trasladarían a aquel lugar en busca de una aventura, o quizás nos digan que estamos locos, bueno, en este caso dejaré que sea el lector quién decida a su consideración que fue lo que nos paso en El Valle Encantado.

Comentarios

Entradas populares