Magnetronumus

Todos hemos visto ese tipo de persona, tiene su casa y patio lleno de chatarra, cachivaches, trastos viejos y cosas que ni siquiera caben en alguna de las categorías anteriores. Ese era mi vecino, un ex-profesor de física de la universidad, que había dedicado su retiro a la creación de aparatos para ayudar a la humanidad, se había hecho la solemne promesa de que antes de morir dejaría un legado por el cual sería recordado. Hasta ahora no había avanzado mucho en ese propósito, con excepción del paseador autónomo de perros, aún no lograba ese invento que cambiaría el curso de la historia.

Lo que no podía negar era que gracias a su ayuda mi futuro estaba bien encaminado, me había conseguido una beca en la universidad de la que fué maestro. Lo conocía desde que yo era niño, por nuestra vieja amistad siempre que regresaba a casa para las vacaciones pasaba a saludarle.

Toqué el timbre en la entrada, escuché su voz casi de inmediato, el portón se abrió, al entrar al patio de inmediato noté algo particular, todos los cacharros estaban apilados alrededor de la casa, como formando una barrera, me pregunté como el profesor pudo levantar algunos de esos objetivos ya que eran bastante voluminosos, en fin, cuando llegué a la puerta el profesor me haló con brusquedad y cerró de inmediato, me escaneo frenéticamente con dos aparatos y me tanteo por todas partes, estaba muy nervioso, solo después de esto fue que me saludó.

Me dió un fuerte abrazo y cambió su nerviosismo por por una expresión de alegría, me contó que por fin había creado algo que revolucionaria el mundo. No me entusiasmé mucho porqué ya había escuchando esa frase anteriormente. Me llevó como en otras ocasiones al sótano el cual había acondicionado como laboratorio, allí hizo su demostración.

Lo había bautizado como "Magnetronumus" Era un aparato que lograba ejercer una fuerza parecida al magnetismo, pero esta funcionaba sobre todo tipo de objetos incluso sobre personas y animales. Consistía en cuatro partes, una mochila que contenía una fuente de poder basada en fusión fria y una poderosa computadora, dos actuantes que se colocaban en los antebrazos y un casco con realidad aumentanda, todo el aparataje no me impresionó mucho hasta que vi que realmente funcionaba.

Básicamente proyectaba dos rayos invisibles al ojo humano, uno atraía los objetos y el otro los repelía, habían unas miras lasers en cada actuante para poder apuntar, aunque era posible ver los rayos con el visor del casco. El funcionamiento era sencillo, mantenias presionado un botón para disparar y con un gatillo controlabas la intensidad de la fuerza de atracción o repulsión, el profesor decia que en esencia el Magnetronumus creaba un campo alrededor de los objetos que inhibia el efecto de la gravedad sobre los mismos, dejandolos a merced de una segunda corriente montada sobre la misma frecuencia del rayo que halaba o empujaba los objetos.

Explicación simple para un aparato en verdad complicado, pero muy divertido de usar, cuando el profesor me dió la oportunidad de probrarlo fué como tener telequinesís, suponía una breve curva de aprendizaje, la unica advertencia era que los rayos no podían cruzarse, pues esto crearía reacciones "adversas" la palabra que solía usar para referirse a cosas muy malas.

Estaba emocionado, su sueño se había hecho realidad, sin embargo en su rostro había una nota de preocupación, al indagar sobre esto me dijo que lo estaban siguiendo desde el día que mostró su primer prototipo en el MIT, lo estaban observando, tratando de hackear su servidor, interviniendo sus teléfonos, siguiendolo en las calles, temía que robaran su creación. Tenía una nueva presentación en el MIT dentro de un par de días, le dije que le ayudaría a montar guardia y le llevaría a la casa lo que necesitara para que no se expusiera hasta entonces.

El profesor tenía un gran patio trasero en el que habían varias cámaras para vigilar los montones de cacharros, mismas que esa noche nos advieron de la llegada de un grupo de operativos, militares asumimos, que penetraron al lugar furtivamente, no teniamos ninguna defensa excepto el Magnetronumus, así que me calcé el aparato, fue sencillo atraparlos y asotarlos contra el suelo y las paredes, las balas de sus armas se detenían en el aire y regresaban a ellos cuando usaba el rayo repulsor, mientras, el profesor destruía sus notas y alistaba el auto para una rápida huída, cuando acabé con el último de los invasores, abrimos la puerta del garaje, rápidamente advertimos otro contingente de estos tipos apuntandonos con sus armas.

No tuvimos que pensar mucho en una salida, ya que otro grupo irrumpió en el lugar, solo se escucharon los leves soplidos de los silenciador de sus armas en un breve intercambio de disparos. Ahora eran estos últimos vestidos de negro quienes controlaban la situación. Nos bajamos del auto, pero antes de hacerlo el profesor me dio unas rapidas instrucciones de como hacer que el aparato se auto destruyera, no debía caer en las manos equivocadas.

Dimos unos pasos fuera del auto y tres tipos vestidos de trajes negros, llevando gafas de sol a media noche apareciron en escena y me pidieron entregar el aparato. El profesor en un acto de valentía gritó que antes muertos y me pidió que hiciera estallar el aparato. Pero no lo hice.

Caminé hacia los hombres de negro y dandome vuelta hacia el profesor, le dije que jamás lo olvidaría, su rostro palideció, se quitó los espejuelos y se frotó brevemente los ojos, me preguntó que por que lo hacía, que pensaba que eramos amigos, su discurso empezó a conmoverme, pero no lo dejé llegar mas lejos, tal vez hubiera podido convecerme, nunca lo sabré, crucé ambos rayos en su dirección y se desintegró en millones de particulas que se sumaron al polvo que reinaba en el lugar.

El hombre de negro de en medio tomo su celular, yo hice lo mismo y confirmé la transferencia de una fuerte suma de dinero a una cuenta en uno de esos bancos que no hacen preguntas. Me despojé del Magnetronumus, me dijeron que tenía veinticuatro horas para desaparecer a lo que contesté que solo necesitaba ocho, los tres hombres abordaron un auto y se marcharon, otros recogieron el equipo y un tercer grupo se quedó borrando las evidencias.

Ocho horas y seis minutos mas tarde me encontraba en un hotel de lujo en una isla del Caribe, levanté en silencio una copa y brindé por la memoria del profesor, su trabajo al fin había dado frutos.

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