Ruidos Nocturnos.

Una taza de té de manzanilla le acompañó en su lectura habitual antes de dormir. Enfundada en su pillama, entre suaves sábanas el sueño hizo presencia. Un largo bostezo marcó una pausa, colocó el marca libros, tomó el último sorbo de té y colocó la taza sobre la mesita de noche, apagando la lámpara se dispuso a dormir.

No pasó mucho antes de que se escuchara un ruido en la cocina, sobre el escurridor la vajilla se secaba, unos cubiertos se deslizaron un poco, en el mismo lugar pero debajo del fregadero se escuchaban diminutos rasguños de un pequeño ratón, en el baño la gotera del lavamanos ya tenia un pequeño charco debajo del mismo.

La madera del cielo raso de la sala crujia al compactarse por lo mucho que bajaba la temperatura, las tuberías de la calefacción en la habitación siseaban levemente mientras el vapor circulaba dentro, en la habitación contigua una voz aullaba a muy bajo volumen pero con insistencia, la del viento filtrandose por una ventana mal cerrada, misma ventana que unas ramas de cerezo aleatoriamente acariciaban.

Ruidos nocturnos que la acompañan toda la noche, ruidos a los que ella se había acostubrado, ruidos que no le dejaron percibir la silueta que se paró junto a su cama.

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